“Yo buscaré a la perdida”
“Yo buscaré a la perdida y haré volver al redil a la descarriada, vendaré la perniquebrada y fortaleceré a la débil […] las apacentaré con justicia” (Ezequiel 34:16).
“El padre que nunca cesó de buscar a su hijo”, así tituló el periódico The New York Times la asombrosa historia de Guo Gangtang. En 1997, la vida de este padre chino sufrió un cambio radical: unos traficantes de personas secuestraron a su hijo de tan solo dos años de edad. Lo más impactante es que su sufrimiento dio paso a la acción. Tomó una motocicleta y salió en busca de su hijo, siguiendo cada pista que encontraba en el camino, aunque para ello tuviera que cruzar toda China. Durante su travesía, tuvo que cambiar por lo menos diez motocicletas, sufrió accidentes, se resistió a varios intentos de atraco, pero nada lo desanimó de su meta: encontrar a su hijo.
El señor Gangtang no solo se dedicó a buscar a su vástago, sino que además participaba activamente ayudando a otros padres que enfrentaban la misma tragedia. Gracias a su colaboración, por lo menos siete familias pudieron reencontrarse con sus hijos. Gangtang siguió recorriendo China, y tras haber recorrido más de veinte regiones del gigante asiático, y después de veinticuatro años de búsqueda incansable, finalmente encontró a su hijo. “Ahora que he encontrado a mi hijo, todo será felicidad”, dijo emocionado.
La actitud de Gangtang nos hace recordar cuán impactante es lo que nuestro Padre celestial ha hecho a fin de encontrar a sus hijos perdidos, los que viven sin Dios y sin esperanza en este mundo. Jesús pasó a la acción: dejó el cielo, y sin tomar en cuenta su igualdad con Dios, se hizo semejante a nosotros, recorrió los caminos sucios de este planeta con un objetivo concreto: encontrar a los perdidos. Me emociona la forma en la que el profeta Ezequiel presenta esta verdad: “Yo buscaré a la perdida y haré volver al redil a la descarriada, vendaré la perniquebrada y fortaleceré a la débil […] las apacentaré con justicia” (Eze. 34:16). Y nada lo desanimó de su meta.
¿Cuáles son las ovejas que Dios ha salido a buscar? ¿Las que tienen salud? ¿Las que producen mucha lana? Él busca a la perdida, a la descarriada, a la perniquebrada, a la débil. Anda detrás de los que han sido alejados del Padre por quienes practican la maldad; de los marginados; de los que tienen el alma rota; de los que no tienen fuerzas para regresar… ¡Sin duda alguna nos está buscando a nosotros! Él es el Padre que nunca se cansa de salir en busca de cada uno de sus hijos. Él es el Padre del que nos habla el “periódico” de los “periódicos”: la Biblia.
Amen