“Yo Soy”
“Dios le contestó: YO SOY EL QUE SOY. Y dirás a los israelitas: ‘YO SOY me ha enviado a ustedes’ ” (Éxodo 3:14).
Una de las pocas veces que la Biblia dice que Dios se enojó fue cuando Moisés presentó excusas del porqué no se sentía capaz para regresar a Egipto para liberar al pueblo. Moisés quizá tenía razón en cuanto a sus debilidades, pero Dios ya las conocía. ¡Dios sabe todo de nosotros! Conoce nuestras virtudes y nuestras limitaciones; nos conoce mejor que lo que nosotros mismos nos conocemos. Que Dios lo llamara, a pesar de sus imperfecciones, era suficiente para que confiara que Dios siempre lo acompañaría en la misión.
La primera razón que presentó Moisés fue: “¿Quién soy yo?” (Éxo. 3:11). Moisés se equivocó, pues el verdadero libertador sería Dios. Su misión era señalarle a los israelitas a Dios. Nuestra tarea es la misma hoy: presentarle a las personas a Jesús para que lo conozcan y se enfoquen en él, que sí es perfecto.
Segunda razón: “Soy tardo en el habla y torpe de lengua” (Éxo. 4:10). Después de cuarenta años Moisés pensó que había olvidado por completo el idioma de los egipcios. Pero Dios tenía una plan. Aarón sería su vocero.
Tercera razón: “¡Ay, Señor, por favor, envía a alguna otra persona!” (Éxo. 4:13). Dios desea que cumplamos los deberes que nos asigna. La estrategia divina para que el reino de Dios crezca en esta Tierra nos tiene en cuenta a nosotros como ayudadores. Dios se molestó con Moisés porque al desobedecerlo demostraba desconfianza en su poder y dudaba de su compañía. Cuando Dios te llama, puedes confiar en su plan.
Dios quiso despejar las dudas de Moisés recordándole uno sus nombres. “Yo soy el que soy” significa que su nombre es dinámico. Él existe por sí mismo; es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Es eterno, sin principio ni fin. No depende de nadie. Somos nosotros quienes dependemos de él en cada área de la vida.
Cuando recordamos esta verdad, estamos más seguros y confiados para cumplir con la tarea que nos asigne. Hoy podemos hacer actividades de servicio a favor de Dios. Identifica tus dones y no dudes en usarlos. Cuando más los uses, mejores se volverán y Dios te dará más.