¡Luz!
“Este es el mensaje que Jesucristo nos enseñó y que les anunciamos a ustedes: que Dios es luz y que en él no hay ninguna oscuridad” (1 Juan 1:5).
Hay cuevas interesantes en todo el mundo. ¡Y algunas son muy famosas! ¿Alguna vez has visitado una? Pocas están iluminadas, para que los visitantes puedan ver la belleza de las estalactitas, las estalagmitas y otras formaciones rocosas o geológicas. La mayoría se encuentra en una oscuridad profunda, lo que limita el número de seres que viven en estos entornos a unas pocas especies.
En algunas visitas a cuevas oscuras, de vez en cuando, los guías piden a las personas que apaguen su linterna. La oscuridad es enorme. De repente, piden que vuelvan a encender las linternas… Y ¡qué bueno es poder volver a ver!
Se estima que la luz viaja a casi trescientos mil kilómetros por segundo. Y todo lo que se necesita es una pequeña vela o una linterna encendida para que la gran oscuridad deje de existir. ¡La luz es más fuerte que la oscuridad!
Nuestro versículo de hoy lo deja en claro: Dios es luz. La luz de Dios aleja las tinieblas del pecado. Trata de mantenerte conectado a esta Luz, y la oscuridad espiritual no se apoderará de ti.