Imitación
“Ustedes, como hijos amados de Dios, procuren imitarlo” (Efesios 5:1).
¿Has jugado alguna vez a imitar a alguien? ¡Es muy fácil! Simplemente reproduce, lo más fielmente posible, los movimientos y las expresiones que hace la otra persona.
Enoc era un buen imitador. ¿Sabes a quién imitaba? A Dios. Buscó hacer exactamente lo que Dios haría. Siguió todos los mandamientos de Dios lo mejor que pudo. Enoc sabía que Dios es bondadoso; por eso también trató de serlo. Sabía que Dios es paciente; entonces, también trató de serlo. Todo lo que Dios hace, Enoc lo imitó lo mejor que pudo.
Pero, si Dios es perfecto (Mat. 5:48), ¿cómo pudo Enoc imitarlo tan bien? El secreto de Enoc es muy simple: Caminó con el Señor y, debido a que guardó la Palabra de Dios en su corazón, tuvo la fuerza para huir del pecado. Tú también puedes ser como Enoc: Mantente cerca de Dios y lejos del mal. ¿Sabes qué pasará si vives imitando a Dios?
Él regresará por ti para llevarte a vivir con él para siempre. ¡Será maravilloso! Entonces, comienza a imitar a Dios hoy mismo.