Hija mía, ¡no tengas miedo!
Y ahora, hija mía, no tengas miedo. Haré por ti todo lo que me pidas. Todo mi pueblo sabe que eres una mujer ejemplar. Rut 3:11, NVI.
Rut, una joven viuda, eligió cuidar a su suegra Noemí, e irse a vivir a un nuevo país donde su nacionalidad moabita no era apreciada (ver Deuteronomio 23:3 al 6). A los pocos días era conocida como mujer virtuosa, única con ese título en la Biblia. Siguiendo el consejo de su suegra, busca al pariente redentor por la noche en el campo de trabajo (Rut 3:4-6). Escucha los consejos de las personas mayores que te aprecian. Imagina el futuro de Rut si no hubiese obedecido. Su sumisión resultó en exaltación.
Booz no podía dar una respuesta inmediata porque había un pariente más cercano, pero hizo una promesa condicionada por la decisión del otro (vers. 12, 13). Había que esperar la respuesta, de lo contrario el otro pariente podría emprender una acción legal contra Booz. La actitud de Booz es admirable; él podía haber tomado ventaja de tal invitación. Poseía jerarquía económica, social, y religiosa, podría haber abusado de Rut y dejarla expuesta al escarnio público, pero Booz era un caballero ejemplar. Luego del susto inicial (Rut 3:8), la alentó a no tener miedo, la bendijo y la felicitó (Rut 3:10). La dejó pasar la noche allí y le pidió que reposara, pues el camino de regreso era largo y empinado. A fin de protegerla de cualquier malentendido o difamación, le pidió que se fuera antes del amanecer. Le envió un obsequio a Noemí, autora intelectual del plan.
Jesús, nuestro Salvador y Redentor, hace lo mismo. No le importa tu origen, te redime, te protege de escarnio y burla, se interesa en tu integridad, te alienta a no temer ni avergonzarte, reconoce tus virtudes y las exalta, se hará cargo de tus necesidades, y jamás te enviará con las manos vacías, pues él proveerá abundancia para los tuyos. Tu parte en el plan es solo llegar hasta los pies de Jesús, tu Pariente Redentor.
Rut supo esperar, porque las decisiones importantes no se toman apresuradamente. “Nunca es fácil esperar con paciencia hasta que se resuelva un asunto importante, sobre todo cuando no hay nada que se pueda hacer para influir sobre la decisión, salvo orar. Podemos suponer que Rut hizo esto” (2CBA, p. 438).
El otro redentor rechazó su derecho a redimirla, y Rut y Booz se convirtieron en parte del árbol genealógico de Jesús (Mat. 1:5). Que tus decisiones no te impidan ser heredera del reino.
Muy buenos