Talismanes cristianos
Los filisteos tuvieron miedo, porque decían: Ha venido Dios al campamento. Y dijeron: ¡Ay de nosotros! pues antes de ahora no fue así. 1 Samuel 4:7.
La nación de Israel había caído en corrupción moral y espiritual de nuevo. Enfrentaron a los filisteos, pero salieron vencidos. Entonces, los ancianos de Israel buscaron el arca que estaba en Silo, suponiendo que así ganarían la batalla. No lo hicieron por respeto, sino por superstición. La utilizaron como talismán de buena suerte, pensando que sus cualidades mágicas les darían el éxito. No consultaron a Dios ni confesaron sus pecados, no se arrepintieron ni abandonaron la iniquidad. Atribuyeron todas las maravillas realizadas por Dios al “mágico” poder de aquella arca que contenía los mandamientos que ellos, que eran el pueblo escogido, pisoteaban. El arca en sí misma no podía prestar más ayuda que un cofre cualquiera.
Ciertamente, el arca era un precioso símbolo de la presencia divina (Núm. 4:5, 6), y merecía respeto aun en el traslado. Sin embargo, arrebataron el arca irreverente y apresuradamente para recorrer los pocos kilómetros que los separaban del ejército, creyendo que aquel instrumento podría evitar una matanza mayor (ver 2CBA, p. 471). Quienes abandonan la fe manifiestan gran apego por observancias externas, pero nadie puede protegerse de la ira de Dios bajo el manto de una mera profesión de fe.
Con miedo, los filisteos recordaban las historias de la intervención divina a favor de Israel cuando salieron de Egipto, pero Israel se había alejado de Dios, manteniendo una religión formal, una forma de santidad, y aun así pretendían obtener la victoria. Desafortunadamente, la negligencia del sumo sacerdote y juez Elí hizo que Israel cayera en una terrible calamidad. Ese día murieron 30.000 hombres, incluyendo Elí y sus hijos, y el arca de Dios fue quitada de la tierra de Israel. “Nadie, entre los que se declaran depositarios de la ley de Dios, se lisonjee de que la consideración que en lo exterior manifieste hacia los mandamientos le preservará del cumplimiento de la justicia divina” (PR, p. 306).
¿Cómo es tu relación con Dios? ¿Es meramente ritual o es relacional? ¿Posees algún talismán? ¿Abres tu Biblia en un salmo de protección, pero sin leerla para conocer profundamente a Quien ofrece protección? ¿Te concentras en programas hermosos no centrados en Jesús? ¿Usas una cruz en el cuello sin experimentar el gozo de la salvación? ¿Practicas la asistencia mecánica a la iglesia sin una conexión vital con Jesús?
Transforma hoy tu práctica religiosa en una experiencia de vida, y mantén una relación con Dios que sea auténtica y nueva cada mañana.