Consultando a los muertos
“No tengas miedo”, le dijo el rey. “¿Qué es lo que ves?”. “Veo a un dios subiendo de la tierra”, dijo ella. 1 Samuel 28:13, NTV.
Saúl, en su angustia, consultó a una hechicera, las mismas que había eliminado de la región, pero no de su corazón. Conocer lo que es correcto y condenarlo no reemplaza hacer lo correcto. Cuando las dificultades te acosen, vuélvete en dirección a Dios, y depende solo de él. Cualquier otro recurso te guiará al desastre.
El espiritismo, la hechicería, la adivinación, la consulta a los muertos y todo lo relativo al ocultismo han sido prohibidos por Dios (Deut. 18:9-14). Dios no le respondió a Saúl (ver 1 Samuel 28:6) porque a Saúl no le agradaría la respuesta divina; o, sabiendo que Saúl no aceptaría ningún mensaje contrario a sus ideas, Dios prefirió guardar silencio y dejar que Saúl recibiera las consecuencias de sus actos. Si Saúl hubiese tenido una actitud humilde, Dios habría convertido sus faltas en peldaños para el éxito. Pero en su rebeldía, consultó a una médium espiritista para hablar con Samuel, quien había muerto años antes.
Samuel, su mentor y guía, en vida había hecho varias predicciones a Saúl que le produjeron mucho gozo al inicio de su reinado; pero cuando el poder y el despotismo embargaron al rey, su respeto por el consejo divino disminuyó paulatinamente. Enloquecido por el silencio celestial, buscó a toda costa una respuesta favorable.
Los practicantes del ocultismo tienen a Satanás como fuente de información, y Dios no les revela su voluntad. Dios tiene sus propios canales de información: la Biblia, su hijo Cristo Jesús y su Santo Espíritu. Algunos sostienen que Saúl habló con Samuel, pues este le reveló lo que acontecería. Si Samuel, ya muerto, hubiese hablado a Saúl, habría sido de parte de Dios, y la Biblia aclara en 1 Crónicas 10:13 y 14: “Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque consultó a una adivina, y no consultó a Jehová; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí”.
¿Por qué moriría si consultaba a Dios? “¡Cuán oscura es la senda elegida para sus pies del que insiste en tener su propio camino y resiste las santas influencias del Espíritu de Dios! ¡Cuán terrible es la servidumbre del que se entrega al dominio del peor de los tiranos: él mismo!” (PP, p. 733).