Un Regalazo
“Dios mostró su amor hacia nosotros al enviar a su Hijo único al mundo para que tengamos vida por él” (1 Juan 4:9).
Grandes o pequeños, costosos o baratos, los obsequios siempre son bienvenidos. Los más importantes no son los que se dan por obligación, sino por amor. Los más valiosos no son los que cuestan caro, sino los que cambian nuestra vida para siempre.
Mucha gente cree que la Estatua de la Libertad es el mayor regalo que se haya dado en el mundo. Pesa 225 toneladas, mide 46,5 metros de altura, y es considerado uno de los símbolos más famosos y visitados del planeta. El pueblo francés entregó la estatua a los Estados Unidos en conmemoración del centenario de la Revolución Norteamericana. Fue entregada en 1885, pero su montaje no se completó hasta 1886. Un regalo gigantesco, ¿no? Pero, en realidad, este no es el mejor regalo que se haya entregado en este mundo.
Dios nos ha dado un regalo muy especial, valioso y útil. No tenía la obligación de enviar a su Hijo para salvarnos. ¿Por qué hizo eso? Por amor. Jesús es el Hijo de Dios. Ni todo el dinero del mundo alcanzaría para pagar por lo que hizo por nosotros. Es por medio de Jesús que recibimos el perdón y que un día podremos ir al cielo. Realmente no hay mayor regalo que este. ¿No te parece?
