Las trompetas
“El día primero del mes séptimo celebrarán ustedes un día de reposo y una reunión santa conmemorativa con toque de trompetas” (Levítico 23:24).
La fiesta de las Trompetas marcaba el inicio del año civil de Israel; era su celebración de Año Nuevo. A diferencia de cómo se suele celebrar hoy, con largas fiestas, y comida y bebida en abundancia; en Israel era un día de meditación y oración. Todos reflexionaban sobre el año que había concluido y pensaban con fe en el que estaba por iniciar. Los sacerdotes tocaban dos trompetas de plata (Núm. 10:2) y shofares (el shofar es un instrumento curvo elaborado con el cuerno de un animal limpio como un carnero o una cabra). Este sonido también se escuchaba para avisar de una guerra, participar de una santa convocación y también era la señal de levantar el campamento y seguir el camino.
Lo sobresaliente de esta fecha es que solamente diez días después celebrarían el Día de la Expiación. El sonido de la trompeta era un llamado oportuno para prepararse para esa gran ocasión. El sonido de las trompetas servía para despertar a cualquiera que estuviera adormecido en su vida espiritual y recordarle que se arrepintiera.
Los israelitas debían estar atentos con sus oídos para detectar el sonido y de inmediato obedecer a lo que se requería, pues era Dios quien les hablaba mediante ese instrumento. Cuando no sabes qué decisión tomar y estás confundido, es importante reconocer la voz de Dios. Dios puede hablarte a través de una alabanza, una predicación, una idea o el consejo de alguien sabio.
Israel debía avanzar a Canaán. Eran peregrinos y no debían asentarse en ningún lugar, por atractivo que fuera. El sonido de las trompetas les recordaba su destino. Actualmente somos peregrinos que transitamos a la Canaán celestial. A veces estamos cómodos o tenemos planes que nos hacen pensar que el mundo no es tan malo. En esos momentos, Dios nos recuerda de diferentes formas la Patria celestial.
Algunas veces nos habla muy fuerte, como si alguien tocara una trompeta justo a nuestro oído. Cuando Jesús venga, el sonido de la trompeta reunirá a sus hijos de los cuatro puntos cardinales. Ese sonido marcará el inicio de la feliz eternidad (Mat. 24; 31; 1 Cor. 15:52; 1 Tes. 4:16).