Ingratitud en el desierto
“Llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso” (Números 11:34, RVR 1960).
Algunas personas siempre se quejan, aunque todo esté bien. Otros, a pesar de alguna enfermedad o problema, tienen una actitud de paz, optimismo y esperanza. Israel fue desagradecido con Dios, quien le proveía todo lo necesario para subsistir. De repente, muchos israelitas extrañaron lo que comían en Egipto y exigieron carne, pescado, melones, pepinos, cebollas y ajo (vers. 4, 5). El problema no era la comida, sino su deseo de regresar a Egipto solamente por la comida. ¿Acaso preferían ser esclavos? La respuesta es sí. Demostraron que no valoraban la libertad, ni los milagros que hizo Dios para librarlos.
El verdadero problema era sus exigencias. Cuando llegaran a Canaán tendrían esa comida y mucha más variedad. Muchos israelitas se enojaron por lo que no tenían, en lugar de enfocarse y agradecer por lo que sí tenían. Eso trajo amargura y descontento a sus corazones. Su actitud rebelde y obstinada se volvió un pecado, y desobedecieron el décimo mandamiento que habla de la codicia. “Codicia” es un gran deseo por tener lo que no podemos o no debemos tener. La actitud opuesta a la codicia es la gratitud. El apóstol Pablo escribió que siempre debemos estar gozosos y dar gracias a Dios por todo (1 Tes. 5:16, 18).
Al despreciar el maná estaban rechazando a Dios (vers. 20). ¿Será que hoy nosotros hacemos algo similar? Cuando descuidamos el alimento espiritual, la lectura de la Palabra de Dios, también nos estamos equivocando. Así como el maná era suficiente para que ellos vivieran, la lectura de la Biblia nos da todo lo necesario para vivir sabiamente.
Sobre esta historia, el apóstol Pablo comenta: “Esto les sucedió a nuestros antepasados como un ejemplo para nosotros, y fue puesto en las Escrituras como una advertencia para los que vivimos en estos tiempos últimos” (1 Cor. 10:11).
Ojalá aprendamos esta importante lección, y nos acordemos todos los días de apreciar la Biblia y ser agradecidos por todas las bendiciones que nos da Dios.