Las matemáticas del cielo
“El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor” (Rom. 13:10).
¿Te gustan las matemáticas? Para muchos, es una de las materias más difíciles. Aunque siempre me encantaron, soy de las que ha luchado con ellas.
En primer grado recuerdo que una vez me quedé sola después de que todos mis compañeritos habían terminado la tarea de geometría, para intentar resolverla. ¡Me costaba tanto!
Cuando tenía quince años, nos mudamos con mi familia de Uruguay a los Estados Unidos. Cada mañana, la primera clase era la de Álgebra. Mi profesora era egipcia y su inglés era muy limitado. Pero al menos ella sabía hablarlo. Yo no entendía nada de nada.
La escuchaba discutir con los alumnos en un esfuerzo porque se sentaran y abrieran el pesado libro lleno de ejercicios que no necesariamente constituía el mejor desayuno. El aula era pequeña, éramos muchos, y todo era un revoltijo de pupitres, libros, televisores, computadoras y mochilas desordenadas en el suelo.
Veía a esta mujer y sentía compasión por ella.
Ese año, las cosas cambiaron en mi experiencia con las matemáticas. Creo que mi profesora se dio cuenta de que era la única alumna que, a las 7 de la mañana, demostraba un interés o respeto tal por su materia. Y es que era el único lugar donde podía “resolver” algunas cosas y comunicarme con el papel. No hacía falta saber inglés para entender números y gráficos. Mediante señas, le pedía que se acercara y me ayudara con las ecuaciones. Ella, con paciencia, me explicaba los ejercicios en medio del bullicio.
Ese trimestre, Álgebra fue la única materia que aprobé.
Un día, después de explicarme en medio de garabatos y señas un tema complicado, le di a entender que había comprendido y sonreímos satisfechas las dos en ese idioma universal.
Creíamos la una en la otra. Nos prestábamos atención. Y eso alcanzaba para no perdernos en ese ambiente hostil.
Platón decía: “Sé amable, pues cada persona con la que te cruzas está librando su ardua batalla”.
Jesús nos dio el máximo ejemplo en esto, y hoy podemos mostrar en quién creemos ejerciendo la bondad que él pone en nosotros, cumpliendo así su ley.