Cambio de planes
En las provincias y poblaciones adonde llegaban las órdenes del decreto real tuvieron los judíos alegría y gozo, convites y fiestas. Muchos se hacían judíos por el miedo que les tenían. Ester 8:17, SBMN.
Mardoqueo y Ester, su hija adoptiva, se quedaron en el destierro, pero se mantuvieron fieles a Dios. Vivían en Susa, capital del Imerio Medo-Persa, donde el malvado Amán era el segundo después del rey Asuero. Mardoqueo no quiso reverenciar a Amán, y este maquinó un plan para destruirlo no solo a él, sino a todos los judíos del reino. Manipuló al rey para que emitiera una sentencia: la pena de muerte. Las leyes medo-persas no podían revocarse, pero Dios utilizó esas circunstancias adversas para cumplir su propósito.
Mientras había desempeñado una posición oficial, Mardoqueo había descubierto una conspiración para matar al rey. Interviniendo oportunamente, había logrado salvar la vida del monarca; sin embargo, no había sido recompensado por su heroico acto. Lejos de eso, el malvado Amán planificaba ahora un decreto de muerte contra Mardoqueo y su pueblo.
Una noche el rey no podía dormir, y decidió leer las crónicas de su reino. Cuando se enteró de que Mardoqueo no había sido recompensado, pidió a Amán que sugiriera la manera de recompensar a quien el rey deseaba honrar. En su arrogancia, Amán pensó que el honor era para él, y por eso no perdió detalle. Dios invirtió el deseo de Amán, dispuesto a matar a todo un pueblo por no recibir la adoración de un hombre. Debió pasear a Mardoqueo en el caballo del rey e ir delante proclamando que aquel judío era honrado por el rey. Amán terminó ahorcado en lugar de Mardoqueo, quien fue nombrado a su posición vacante en el reino. Una nueva ley del rey se publicó por todo el imperio: que a los judíos se les permitiera defenderse en caso de ser atacados.
Esta historia tiene muchas lecciones. Los desafíos son oportunidades para el éxito. La arrogancia terminará en humillación. Los eventos pueden ser cambiados para nuestro bien, aunque no veamos el cuadro completo. La recompensa por hacer lo correcto demora, pero Dios garantiza que llegará en el momento indicado. El mal que deseamos a otro se vuelve en contra nuestra. Cada circunstancia tiene un propósito divino. La sed de poder y prestigio es autodestructiva. El Dios omnipotente movió todas las piezas a favor de su pueblo.
El miedo cambió de bando y se posesionó del pueblo, y algunos aun se hicieron judíos por temor a quienes, apenas días antes, habían estado en grave riesgo de muerte. ¡Dios sabe revertir los planes del enemigo en beneficio de sus hijos!
Muy bueno ☺️