Una transformación
“Con la cara descubierta, todos nos quedamos mirando fijamente la gloria del Señor, y así somos transformados en su imagen cada vez con más gloria. Este cambio viene del Señor, es decir, del Espíritu” (2 Corintios 3:18).
El lápiz fue una vez un simple trozo de madera. El chocolate alguna vez fue cacao. El vidrio fue una vez un puñado de arena. En cada caso, las transformaciones ocurrieron porque alguien manipuló el material e hizo cambios importantes con el fin de que la materia prima se convirtiera en un nuevo producto.
Esto no sucede solo con los materiales; también sucede con la gente. Jesús cambió por completo la vida de un hombre soberbio, mentiroso y ladrón. Conoces su historia. Zaqueo era el hombre bajito que trabajaba para el gobierno romano como recaudador de impuestos, y se aprovechaba de eso para robar el dinero de la gente. Un día, se subió a un árbol para tratar de ver a Jesús. ¡Pero en realidad fue Jesús quien lo vio y se invitó a cenar! Mientras hablaban, Zaqueo se dio cuenta de sus errores y de que sería mucho más feliz si actuaba de otra manera.
Zaqueo permitió que Jesús transformara su vida. Entonces se volvió humilde, veraz y honesto. ¡Qué cambio! Todas las personas que convivían con Zaqueo se dieron cuenta de que su transformación era para bien. Jesús había purificado completamente su corazón.
Jesús también quiere limpiar tu corazón de la envidia, la desobediencia a tus padres, las mentiras y todo lo que es malo. Si permites que él cambie tu vida, la gente notará la diferencia y percibirá que eres cada vez más como Jesús.