El Salmo de Lutero
Por eso no tendremos miedo, aunque la tierra sufra cambios y las montañas se precipiten al fondo del mar. Salmo 46:2, PDT.
Este es conocido como el salmo de Lutero, quien lo recitaba en momentos de angustia. Cuando escribió el himno “Castillo fuerte es nuestro Dios”, lo parafraseó. “Cuando Martín Lutero recibía noticias desanimadoras a menudo decía: ‘Vengan, vamos a cantar el Salmo 46’. […] En lugar de lamentos, lloro y desesperación, cuando las pruebas se acumulan sobre nosotros y nos amenazan como una inundación que quisiera abrumarnos, si no solamente oráramos pidiendo ayuda a Dios, sino que alabáramos al Señor por tantas bendiciones que nos ha dado, alabando a Aquel que es capaz de ayudarnos, nuestra conducta sería más agradable a sus ojos, y veríamos más su salvación” (NB, pp. 254).
Después de una victoria en tiempos de Josafat, los israelitas cantaron este himno. “Dios fue la fortaleza de Judá en esta crisis, y es hoy la fortaleza de su pueblo. No hemos de confiar en príncipes, ni poner a los hombres en lugar de Dios. […] Aquel que tiene todo el poder es nuestra fuerte torre de defensa. En toda emergencia debemos reconocer que la batalla es suya. Sus recursos son ilimitados, y las imposibilidades aparentes harán tanto mayor la victoria” (PR, p. 150).
La tarde del viernes avanzaba y faltaba mucho para tener listo el templo blanco de Clinton, Massachusetts, para ser dedicado al día siguiente. Trabajábamos con afán, cuando llegó la noticia de que faltaba un permiso para autorizar la apertura del templo. Nos detuvimos para orar, para que la dedicación no fuera cancelada, pues esperábamos muchos invitados al día siguiente. Luego de algunas diligencias, se obtuvo un permiso temporal. ¡Dios es fiel!
Se dice que Oliverio Cromwell, primer ministro inglés, pidió que el pueblo cantara este salmo. Dijo: ‘Ese es un salmo muy especial para un cristiano. Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Si el papa y los españoles y el diablo se nos oponen, en el nombre del Señor los destruiremos. El Señor de los ejércitos está con nosotros, el Dios de Jacob es nuestro amparo’. En París los revolucionarios de 1848 cantaron el Salmo 46. En la India lo entonaron los británicos acosados por los rebeldes cipayos. Bien podría ser el himno del pueblo de Dios durante los crecientes peligros de los últimos días (3CBA, pp. 752, 753).
Él es tu refugio, y fortaleza: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios” (Sal. 46:10).