“Somos hechura suya”
“Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (Efesios 2:10).
Ireneo de Lyon es una de las figuras más importantes del cristianismo posapostólico. Como teólogo y pastor sentía una gran preocupación por las enseñanzas heréticas que pretendían contaminar la sana doctrina cristiana. Tratando de salvaguardar a la iglesia escribió su obra más famosa: Contra las herejías. Una de las declaraciones más importantes de Contra las herejías aparece en el libro IV. Tratando de explicarle a la iglesia lo que las Escrituras enseñan respecto al sublime valor que tiene un ser humano, Ireneo declaró: “Porque la gloria de Dios es el hombre”.¹²⁷
Por si alguno supone que Ireneo estaba sobredimensionando a la humanidad, entonces hemos de recordar lo que ya había dicho el salmista en uno de sus más bellos poemas:
“Cuando contemplo tu cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has dispuesto,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el hijo de Adán para que te ocupes de él?
Lo has hecho poco menos que un dios,
de gloria y honor lo has coronado”
(Sal. 8:4-7, BP).
En el Salmo 19, el salmista dice que “los cielos proclaman la gloria de Dios” (vers. 1, BP); sin embargo, el poema del Salmo 8 dice que el Creador nos ha coronado a nosotros de gloria y honor. Dios, entonces, no nos mira como pequeños gusanos inmundos que pululan en un planeta rebelde; cuando él nos mira, ve en nosotros la máxima representación de su gloria en todo el universo. Él nos describe con la dignidad que hemos recibido, por su gracia, como sus representantes.
¿Cómo nos vemos los unos a los otros? La Carta a los Efesios declara que “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (Efe. 2:10). Resulta impresionante que la palabra griega traducida como “hechura” en este pasaje es poiema, de donde viene nuestro vocablo “poema”.
Somos el poema de Dios; pura expresión del arte de sus manos y de su creatividad. Y lo que Dios ha hecho de nosotros en Cristo nos convierte en la obra más perfecta de sus manos. Que nadie nos haga creer que no lo somos.
127 Ireneo, “Contra las herejías”, libro IV.20.7, en Lo mejor de Ireneo de Lyon (Viladecavalls: Editorial CLIE, 2006), p. 465.