“Una vida larga y llena de felicidad”
“No olvides mis enseñanzas, hijo mío; guarda en tu memoria mis mandamientos, y tendrás una vida larga y llena de felicidad” (Proverbios 3:1, 2, DHH).
Ciro, el rey persa mencionado en Isaías y en Daniel, es considerado uno de los prohombres de la historia. Son muchas sus proezas bélicas y como monarca, pero me gustaría que habláramos hoy de un episodio que nos cuenta Cicerón en su obra La ancianidad. Un día, el rey Ciro recibió la visita de Lisandro, el espartano. Lisandro llegó cargado de regalos que elevaban la gloria y el poder de Ciro. Como era su costumbre, el persa trató con bondad y cortesía a su visitante, y lo invitó a ver un recinto que había sido plantado con gran esmero. Lisandro quedó admirado de la altura de los árboles, de lo ordenados que estaban en series triangulares, del encanto y del aroma de las flores, y de la destreza del que había planificado y llevado a cabo tan magnífica labor. Dice Cicerón que al ver la admiración de Lisandro, Ciro comentó: “ ‘Yo he planificado todo esto, la conformación de las hileras es mía, su disposición; muchos de estos árboles han sido plantados por mi propia mano’. Entonces Lisandro, fijando su mirada en su vestido de púrpura y en la elegancia de su persona y su vestuario persa con cantidad de oro y muchas joyas, dijo: ‘Con razón ciertamente te llaman feliz’ ”.¹³¹
¿El rey Ciro plantando árboles? Sí. Ocupar una posición elevada bajo ninguna circunstancia exime a nadie de tomar parte en las tareas rutinarias de la vida. Y ahí radicó en gran parte la felicidad de Ciro. A veces solemos pensar que la esencia de la felicidad reside en tener mucho dinero, o en realizar el viaje de nuestros sueños, o en instalar el negocio anhelado; pero se puede ser feliz sembrando un árbol, comiendo nuestro postre favorito, hablando con un ser amado… Hay felicidad en la sencillez.
Salomón, que supo ser feliz, nos ofrece este valioso consejo: “No olvides mis enseñanzas, hijo mío; guarda en tu memoria mis mandamientos, y tendrás una vida larga y llena de felicidad. No abandones nunca el amor y la verdad; llévalos contigo como un collar. Grábatelos en la mente” (Prov. 3:1-3, DHH).
La receta es sencilla: obedecer a Dios y nunca abandonar el amor y la verdad. Entonces la gente dirá de nosotros: “Con razón son felices”.
131 Cicerón, La ancianidad, edición bilingüe, traducción y comentarios de Óscar Velásquez (Santiago de Chile: LOM Ediciones, 2017), p. 96.