“Verán ustedes al Hijo del hombre”
“Yo les digo a todos: De ahora en adelante verán ustedes al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo” (Mateo 26:64, NVI).
En el Evangelio de Mateo encontramos la siguiente declaración: “Los principales sacerdotes, los ancianos y todo el Concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús para entregarlo a la muerte” (Mat. 26:59). Este grupo, conocido como el sanedrín, era “el más importante cuerpo legislativo de la Palestina judía; era la corte suprema de justicia, el gran jurado para casos importantes”.¹⁴⁰ El sanedrín tenía autoridad sobre todos los judíos, y sus decisiones eran de obligado cumplimiento. Sus miembros, hombres destacados y poderosos, tenían que ser judíos de sangre pura y su cargo era vitalicio.
Según Josefo, el sanedrín contaba con setenta miembros y era presidido por el sumo sacerdote, con lo cual llegaban a setenta y uno. Los romanos limitaron su poder y le prohibieron ejecutar sentencias de muerte sin la debida aprobación imperial.
Este era el grupo al que se enfrentó Jesús durante los últimos momentos de su vida. Allí estaban los personajes más poderosos e influyentes de la nación, todos complotados contra el Señor, llenos de valentía, sentados en sus asientos para condenar al Hijo de Dios. Y fue delante del sanedrín que pronunció estas palabras: “Yo les digo a todos: De ahora en adelante verán ustedes al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo” (Mat. 26:64, NVI). Ese día, el cuadro será radicalmente diferente, puesto que “los reyes de la tierra, los magnates, los jefes militares, los ricos, los poderosos, y todos los demás, esclavos y libres, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de las montañas. Todos gritaban a las montañas y a las peñas: ‘¡Caigan sobre nosotros y escóndannos de la mirada del que está sentado en el trono y de la ira del Cordero!’ ” (Apoc. 6:15, 16, NVI).
El opresor acabará siendo oprimido. Los que fueron valientes para crucificar a Cristo y para burlarse de él, correrán despavoridos, sin rumbo. La maldad no es más que la viva encarnación de la cobardía. La verdadera valentía se encuentra en aceptar a Jesús, no en condenarlo.
Los que seamos valientes para aceptarlo hoy, seremos los valientes que estaremos de pie el día cuando cumplirá la promesa que hizo delante de todo el sanedrín.
140 Anthony J. Saldarini, “Sanhedrin”, ed. David Noel Freedman, The Anchor Yale Bible Dictionary (Nueva York: Doubleday, 1992), p. 975.
Amén.