Testificando
Y allí predicaban el evangelio. Hechos 14:7.
Hay cristianos que confunden “testificar” con “textificar”, y piensan que su misión apenas consiste en ofrecer unos folletos o un listado de versículos. Están los que afirman que hay que “festificar”, pasarlo en grande, de fiesta en fiesta (Worship, of course!). O los que sienten que con “gestificar” es suficiente. Que basta con un gesto: una palabra amable (solo una), una sonrisa (solo una) o una tarde de ayuda comunitaria (solo una). Los cristianos comprometidos, sin embargo, saben que testificar es mucho más.
Jesús dice que si estamos conectados a él, de forma natural testificaremos y tendremos frutos. Juan 15 habla de esta cuestión. ¿Eres un cristiano tímido? No te preocupes, el Espíritu pondrá en ti las palabras adecuadas en el momento adecuado. ¿Eres cristiano en silencio? Preocúpate: la conexión no está funcionando, ¡necesitas energía! Revisa tu estado y recuerda que Jesús te la ofrece gratuitamente y de calidad (es más que solar, es energía celestial). Al expresarnos públicamente, de forma no consciente, mostramos cómo va nuestro interior. ¿No has observado que hay personas que repiten mucho palabras como “yo”, “mi”, “me”? Cuando una relación espiritual es esporádica, apenas si vemos nuestras carencias. Cuanto más intensa es nuestra relación con Dios, más percibimos las necesidades de los demás, incluso las de él.
Cuando tenemos una buena relación espiritual comenzamos a mirar más allá de nuestro ombligo (sé que te va a doler, pero debes saber que no eres el centro del mundo) y testificamos. Observamos aquella blanquísima sonrisa de nuestra amiga y nos sentimos mejores. Detectamos esa mirada triste de nuestro familiar y nos encogemos. Apreciamos el apretón de manos, el beso en la mejilla, el saludo cordial. Es cuando deseamos formar parte de esa cadena de empatía que mejora el mundo. En ocasiones, tal relación nos lleva más allá: ¿Qué necesita Dios de mí? Un Dios amoroso, a la fuerza debe necesitar cariño. Un Dios generoso, seguramente debe disfrutar del desprendimiento, de la solidaridad, de la proactividad. Un Dios al que le fascina comunicarse, no hay duda, debe hallar placer en que dialoguemos con él.
Una relación espiritual continuada y natural hace que nos levantemos con “tú”, “vos”, “él”, “ella”, “vosotros” en el pensamiento. Un enfoque así hizo que un día Jesús decidiera hacerse humano. ¡Y fíjate en lo bien que nos ha ido!
Haz un ejercicio de conteo. ¿Cuántas palabras hacen referencia a ti o a los demás a lo largo de tu día? En este caso, las estadísticas no fallan. Si la proporción es correcta, ¡felicidades, estás testificando! Si no, ¡ánimo! (El origen de esta palabra quiere decir “espíritu”, así que, ¡Espíritu!)