“Dios nos premiará”
“No nos cansemos de hacer el bien porque, si seguimos haciéndolo, Dios nos premiará a su debido tiempo” (Gálatas 6:9, TLA).
John Wesley, el influyente líder que recorrió a lo largo de su vida unos 400.000 kilómetros a caballo, que predicó más de cuarenta mil sermones y que escribió más de cinco mil artículos, trabajó arduamente a fin de mejorar las condiciones de vida de los más necesitados. Su interés por la gente no se limitó al ámbito espiritual, sino que abarcó distintas áreas. Por ejemplo, sin haber estudiado medicina, Wesley inventó muchos tratamientos médicos a fin de aliviar el dolor de los enfermos, y abrió clínicas para que los pobres tuvieran acceso al cuidado de la salud. Para él, la santidad no se limitaba a una experiencia contemplativa de oración y lectura de la Biblia, sino que también incluía el servicio a los demás.
Evidentemente, él fue un ejemplo vivo de lo que se conoce como “la regla de Wesley” para la vida cristiana:
“Haz todo el bien que puedas
por todos los medios que puedas,
de todas las maneras que puedas,
en todos los lugares que puedas,
en cualquier tiempo que puedas,
a toda la gente que puedas,
y tanto como tú puedas”.¹⁴⁶
Mucho antes que Wesley, Salomón nos había exhortado: “Si tienes poder para hacer el bien, no te rehúses a hacérselo a quien lo necesite” (Prov. 3:27). El profeta Isaías sigue la misma línea de pensamiento al declarar: “¡Dejen de hacer el mal! ¡Aprendan a hacer el bien, esfuércense en hacer lo que es justo, ayuden al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan los derechos de la viuda!” (Isa. 1:16, 17, DHH). Somos por naturaleza proclives a hacer lo malo, pero hemos de revertir esa propensión y “aprender”, obtener el conocimiento que se requiere para hacer lo que es justo y correcto.
Hacer el bien a todo el que podamos siempre que podamos nos aleja de una sociedad que glorifica el egoísmo, y coloca al prójimo en el centro de nuestra existencia.
Hacer “todo el bien que pueda” no se trata de mí, sino de los demás, y como dice el sabio Salomón: “Yo sé que nada hay mejor para el hombre que alegrarse y hacer el bien mientras viva” (Ecl. 3:12, NVI). ¿Leíste bien? ¡No hay nada mejor! Además, como dice esta maravillosa promesa: “Dios nos premiará a su debido tiempo” (Gál. 6:9, TLA).
146 Citado por Matt Perman, What´s Best Next: How the Gospel Transforms the Way You Get Things Done (Grand Rapids, Míchigan: Zondervan, 2014), p. 75.