Candy Crush
El perezoso desea y nada alcanza, pero los diligentes serán prosperados. Proverbios 13:4.
Uno de los juegos más adictivos que se han desarrollado es el Candy Crush. Se puso en circulación el 12 de abril de 2012 y en un año ya se habían realizado 150 billones de jugadas. Hablamos de un seguimiento mensual en 2015 de 54 millones de personas. ¿Qué es lo que lo hace tan adictivo? Se debe a una pequeña característica del cerebro..
A principios del siglo XX, una psiquiatra lituana llamada Bliuma V. Zeigárnik estaba tomando algo en un restaurante vienés cuando observó a los camareros. Se dio cuenta de que tenían una notable capacidad de recordar los pedidos que les hacían los clientes hasta que se entregaban. Es como si el cerebro no pudiera parar hasta que se realizaba la tarea que debía hacer. Hizo un exhaustivo estudio sobre este asunto y comprobó que es así. Esa es la razón del éxito de algunos juegos de la red, o de las series de televisión que nos dejan en lo mejor de la trama y colocan un “Continuará”, o de esos vídeos que se titulan “10 cosas curiosas de X que no sabías”.
Interesante, pero ¿qué tiene que ver esto con la vida espiritual? Pues es un excelente instrumento para evitar la pereza. La procrastinación, dejar las cosas para más tarde, es una de las herramientas más poderosas del enemigo porque nos hace desear mucho pero no alcanzar tanto. Te invito a que pruebes la “regla de los dos minutos” y ya verás como todo cambia. Cuando desees mejorar algo en tu vida o hacer alguna cosa positiva y te embargue la pereza, solo debes decirte: “Voy a hacerlo, pero solo dos minutos. No le voy a dedicar más tiempo”. Con esa idea en la mente es más fácil estudiar la Biblia, hacer la Escuela Sabática, llamar a esa persona que ha tenido una adversidad, e incluso, sacar la basura para que exista armonía en casa. Ya verás que quizá sean cinco minutos, o diez, o veinte, o no pararás hasta que hayas acabado lo que tenías que hacer. Es el efecto Zeigárnik y tu cerebro funciona así.
Con el tiempo, la práctica se convertirá en hábito, el hábito en compromiso y el compromiso en diligencia. Y como diría el escritor y orador Zig Ziglar: “El carácter nos saca de la cama, el compromiso nos mueve a la acción y la disciplina nos permite continuar”.
Hoy puedes hacerlo, ¿qué te cuesta? Venga, solo serán dos minutos.