“Él guardará tu alma”
“Jehová te guardará de todo mal, él guardará tu alma” (Salmo 121:7).
En 2021 fui invitado a impartir la Semana de Oración en la Universidad Peruana Unión. Fue una experiencia sumamente enriquecedora y desafiante, pues era la primera vez que un orador tendría que visitar los tres recintos de la universidad. Los primeros dos días me tocó predicar en Lima, donde disfruté de un clima muy agradable. Luego, los siguientes dos días, nos trasladamos a la selva, a Tarapoto, una ciudad con un clima húmedo y caliente. Cada predicación fue como entrar en una sauna, pero gocé con la iglesia de ese lugar. A mitad de la semana llegó el gran reto: predicar en Juliaca, un lugar muy frío que se encuentra a 3.800 metros sobre el nivel del mar.
Cuando llegué al aeropuerto, una comitiva de la universidad me entregó un abrigo, un par de guantes, un gorro y una bufanda para protegerme del frío. Durante el trayecto del aeropuerto al auditorio donde predicaría esa noche me acompañó un excelente equipo médico. A los tres minutos de estar dentro del vehículo, me preguntaron cómo me sentía; les dije que bien. A los cinco minutos volvieron a preguntarme; les dije que bien, pero un poco mareado. Entonces me midieron la saturación sanguínea de oxígeno, y al ver que mi oxigenación comenzaba a descender considerablemente, decidieron conectarme a un tanque de oxígeno. Todo el tiempo que estuve en Juliaca alguien estuvo pendiente de mí y de mi respiración.
De igual manera, en las situaciones desafiantes que nos toca vivir, Dios se mantiene siempre cerca, pendiente de nuestros pasos y de nuestras necesidades. Me gusta mucho la imagen que usa el salmista: “Jehová es tu protector; el Señor es como tu sombra: ¡siempre está a tu mano derecha!” (Sal. 121:5, RVC). En seis ocasiones el salmista se refiere al Señor como el que nos guarda, el que nos protege de todo mal. Su ojo vigilante está constantemente sobre nosotros, no se cansa, no se duerme, se mantiene siempre a nuestro lado.
Saber que el Padre celestial no nos abandona cuando nos falta el oxígeno, cuando las lágrimas nos ahogan, cuando las heridas secretas sangran sin parar, nos ayudará a estar de pie cuando el mundo se nos caiga encima.
El cuidado del Señor hará que los mayores desafíos acaben siendo una maravillosa experiencia de aprendizaje, porque incluso en medio de la miseria de tu humanidad, él ha prometido que “guardará tu alma” (Sal. 121:7).
Muy buena y edificante experiencia, me encantó y me sirvió