Un salmo de confianza
“Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh, Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia”. Habacuc 3:2.
Habacuc cuestionó a Dios: ¿Por qué existe y continúa el mal? ¿Por qué los malvados triunfan y los fieles perecen? Dios respondió: Ninguna maldad quedará sin castigo porque viola el carácter justo de Dios; él hará responsable a las naciones extranjeras por su propia maldad. Si esperas con confianza, verás que al final los buenos triunfan con Dios.
Cuando dejas de temer a Dios, terminas con miedo a los enemigos. Habacuc 3 es una oración de confianza en la gracia de Dios, en la que oímos al profeta expresar su temor por la ira divina venidera y recordar los hechos del pasado, reconociendo su error de dudar de la sabiduría divina. Habacuc comprendió que su pueblo estaba siendo disciplinado y pidió misericordia y redención; entendió que los enemigos serían castigados y manifestó confianza en un futuro victorioso. Celebró con anticipación el gozo del cumplimiento de las promesas (ver 4CBA, p. 1079). Esta oración posee los cuatro elementos básicos de toda oración: alabanza, confesión, agradecimiento y súplica.
Cuando estés frustrada, lleva tus perplejidades a Dios. Él tiene respuesta para cada pregunta, solución para cada conflicto y salida para cada obstáculo. Solo espera con fe. “El tiempo de espera puede parecer largo; el alma puede estar oprimida por circunstancias desalentadoras; pueden caer al lado del camino muchos de aquellos en quienes se puso confianza” (PR, p. 286). Cuando no escuchas a Dios, es porque está silenciosamente trabajando a tu favor: “Aunque pienses que se demoran en cumplirse, no te desesperes. ¡Todo acontecerá en el día que he señalado!” (Hab. 2:3, NBV).
“En las horas más sombrías, en las circunstancias más amedrentadoras […] no hay por qué experimentar abatimiento, vacilación o temor. El Señor hará más que cumplir las más altas expectativas de aquellos que ponen su confianza en él. Les dará la sabiduría que exigen sus variadas necesidades” (PR, p. 285).
Dios contestará tus incógnitas y te unirás al canto de triunfo y esperanza: “Aunque las higueras no florezcan y no haya uvas en las vides, aunque se pierda la cosecha de oliva y los campos queden vacíos y no den fruto, aunque los rebaños mueran en los campos y los establos estén vacíos, ¡aun así me alegraré en el Señor! ¡Me gozaré en el Dios de mi salvación! (Hab. 3:17-19, NTV).
Tu confianza en la victoria destruirá el instrumento más efectivo del enemigo: el miedo.