“Delante del trono de Dios”
“Por eso están delante del trono de Dios y lo sirven día y noche en su templo” (Apocalipsis 7:15).
“Lo siento, señor Kipling, pero usted no domina el idioma inglés y este periódico no es un lugar para que escritores aficionados aprendan a escribir”. Con esas palabras, uno de los editores del San Francisco Examiner despidió a J. Rudyard Kipling en 1889. Sin embargo, cinco años después, Kipling publicó el éxito de ventas El libro de la selva, y en 1907 se convirtió en el primer británico en recibir el Premio Nobel de Literatura. Es probable que el editor tuviera razón, y que en ese momento Kipling no fuera el buen escritor que llegó a ser después. Tal vez el fallo del editor radicó en no haber visualizado el potencial oculto de Kipling y en limitarse a valorarlo por lo que podía ver en ese instante.
Me considero incapaz de criticar lo que hizo aquel editor. A mí me rechazaron artículos para su publicación y ahora me toca rechazar escritos de personas que mañana podrían convertirse en excelentes escritores. Y es que el ser humano solo es capaz de ver “lo que está delante de sus ojos” (1 Sam. 16:7). Lo que Pablo les dijo a los creyentes de Corinto se aplica a todos nosotros: “Ustedes se fijan solo en la apariencia de las cosas” (2 Cor. 10:7, RVC). Hemos de aceptar que nuestros juicios y ponderaciones no son concluyentes, pues nuestra visión de las cosas es muy limitada.
Mi visión limitada de ti no me permite contemplar lo que llegarás a ser; pero con Dios no sucede eso. Él mira más allá; él conoce perfectamente lo que hay en lo más profundo de nuestro corazón. Sin embargo, su visión no se queda anclada en lo que somos en el presente, sino que se extiende hasta ver lo que él puede llegar a hacer con nosotros si le entregamos nuestra vida. ¿Qué somos ahora? Pecadores, rebeldes, desobedientes, iracundos… Sin embargo, él nos ve como “los que han salido de la gran tribulación; han lavado sus ropas y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios y lo sirven día y noche en su templo” (Apoc. 7:14, 15).
Ahora somos pecadores en la tierra, pero Dios nos ha reservado un lugar en su templo. Te invito a verte como tu Padre te ve.