El costo de la evangelización
Entonces toda la gente de la región de los gerasenos le rogó a Jesús que se alejara de ellos, pues tenían mucho miedo. Así que Jesús entró en la barca y se fue. Lucas 8:37, RVC.
Jesús y sus discípulos llegaron a la tierra de los gadarenos, donde los recibió un hombre poseído de una legión de demonios (Luc. 8:30). “Legión” es una palabra para describir una división del ejército romano que podía contar con 6.000 hombres. Su significado no bíblico indicaba una gran cantidad. No sabemos si el poseído hablaba de un número literal o simbólico.
Los discípulos se espantaron, pero el endemoniado fue sometido por la autoridad de Jesús, y se arrodilló frente a la majestad divina (vers. 28). Hay una batalla espiritual librándose entre Dios y Satanás por la vida de hombres y mujeres, pero el poder de Dios siempre es superior. Como un ejército derrotado, los demonios pidieron a Jesús que les permitiera entrar en un hato de cerdos cercano, y Jesús accedió. Los cerdos salieron en estampida y se desbocaron por una ladera hacia el lago para deshacerse de aquella posesión (vers. 31-33).
Dos mil cerdos murieron (Mar. 5:13). Si cada cerdo fue poseído por un demonio, sí podía llamarse una legión. Jesús permitió tal pérdida y destruyó así la fuente de ingreso de los propietarios del hato por varias razones: “Pero esa pérdida les había sobrevenido por misericordia hacia los dueños de los cerdos. Estaban absortos en las cosas terrenales y no se preocupaban por los grandes intereses de la vida espiritual. Jesús deseaba quebrantar el hechizo de la indiferencia egoísta, para que pudiesen aceptar su gracia. Pero el pesar y la indignación por su pérdida temporal cegaron sus ojos con respecto a la misericordia del Salvador” (DTG, p. 305).
Dos mil cerdos de 90 kilos cada uno, vendido a 4 dólares por kilo, son U$S 720. 000. Ese fue el costo de la “campaña evangelizadora” para ganar un alma. ¡Cuánto valora Dios a un ser humano! Con razón la gente temió. El miedo los llevó a rechazar a Jesús y echarlo de sus alrededores. Para ellos, los cerdos eran más importantes que un alma salvada y que un Salvador. Se maravillaron pero no tomaron ninguna decisión. Perdieron la oportunidad de encontrarse con el que es más fuerte que las legiones de Satanás.
“Son muchos los que se niegan a obedecer su palabra, porque la obediencia entrañaría el sacrificio de algún interés mundanal. Por temor a que su presencia les cause pérdidas monetarias, muchos rechazan su gracia y ahuyentan de sí a su Espíritu” (DTG, p. 306).