La seguridad que viene de Dios
“Yo me acuesto tranquilo y me duermo en seguida, pues tú, Señor, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8).
Sobresaltado, Guillermo abrió los ojos; su corazón estaba acelerado. La habitación estaba toda a oscuras. ¡Qué terrible pesadilla! ¡Parecía tan real!
Estaba siendo perseguido por animales feroces. ¿Perros? ¡Sí, parecían perros! ¿O eran zorros? No estaba seguro… Y el ambiente era sombrío. Un bosque, tal vez.
Guillermo miró hacia la ventana del dormitorio. A través de los listones de la cortina, pudo ver las luces. Luego miró hacia la puerta. Si era temprano en la mañana, mamá estaría en la cocina preparando algo para que la familia desayunara. Pero todo estaba oscuro. Luego encendió la luz y miró su reloj. ¡Ah, no! ¡Todavía eran las dos de la mañana! ¿Sería capaz de volver a dormirse? Las escenas de pesadilla aún estaban vívidas en su mente.
¿Alguna vez has perdido el sueño en medio de la noche? Si es así, fue porque posiblemente estabas preocupado por algo o tenías miedo de algo. Estas son buenas ocasiones para hablar con Dios. Estará disponible, y el silencio de la noche te ayudará a mantenerte concentrado en esta conversación.
La Biblia enseña que podemos ir a Dios cuando tenemos miedo. Vuelve a leer el versículo de hoy cuidadosamente. Este texto nos muestra que Dios es el ÚNICO que puede dar verdadera seguridad y protección.
Si estás asustado o con miedo, preocupado o tenso, corre a los brazos de tu Padre celestial. Habla con él acerca de tus miedos. ¡Confía en él! Así puede llegar el sueño, y el miedo se va.
Cuéntale tus miedos a Dios