Ciro
“En el primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, y para que se cumpliera la palabra del Señor anunciada por Jeremías, el Señor impulsó a Ciro a que en todo su reino promulgara, de palabra y por escrito, este decreto” (Esdras 1:1).
Para saber si un profeta es verdadero, basta con ver si sus mensajes se cumplen. Ciento cincuenta años antes de que Ciro fuera rey de Persia, Isaías profetizó que este rey haría cosas muy importantes en favor del pueblo de Israel, y esto se cumplió. Por otra parte, el profeta Daniel había profetizado al rey de Babilonia que su Imperio caería en manos de Medo Persia, y así fue. El profeta Jeremías habló del cautiverio de Israel que duraría setenta años, y esto también ocurrió. Los mensajes de estos tres profetas (Isaías, Daniel y Jeremías) se cumplieron al pie de la letra.
Dios se refirió a Ciro, rey de Persia, como “mi pastor” (Isa. 44:28), como un personaje a quien Dios consagró (45:1), como el libertador del pueblo y el facilitador para la reconstrucción del templo (45:13). Ciertamente el rey Ciro se dejó conducir por Dios. Pero ¿cómo se enteró Ciro de esta profecía? Ciro vivió en la misma época que el profeta Daniel, así que suponemos que fue él quien le mostró lo que Isaías había escrito acerca de él 150 años antes.
Sin dudar, Ciro decidió obedecer a Dios. Les dio libertad a todos los cautivos que estaban en Babilonia (¡cerca de cincuenta mil judíos!). Esas personas estaban confiadas en las promesas de Dios y dispuestas a esperar la primera venida de Jesús. ¿Te diste cuenta de algo? Ciro, sin ser del pueblo escogido por Dios (Israel), desempeñó una función muy parecida a la de Moisés cuando liberó al pueblo de la esclavitud Egipto con la ayuda de Dios.
El pueblo recorrió más de 1.400 kilómetros; o sea, ¡estuvieron caminando cuatro meses! Aunque seguramente habrán estado muy cansados, su alegría por ser libres era más grande. ¿Cuál es el desafío que enfrentas hoy?
Recuerda que, “si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros” (Rom. 8:31).