Alegría versus duelo
“Llenaré de espíritu de bondad y oración a los descendientes de David y a los habitantes de Jerusalén. Entonces mirarán al que traspasaron, y harán duelo y llorarán por él como por la muerte del hijo único o del hijo mayor” (Zacarías 12:10).
El versículo de hoy se divide en dos partes: por un lado, habla de “los descendientes de David y de los habitantes de Jerusalén”, es decir, los hijos de Dios que aceptan su salvación. Ellos recibirán la bondad de Dios. Por otro lado, quienes “traspasaron” a Jesús estarán tristes y llorarán; estos son aquellos que no reconocieron a Jesús como su Salvador. El apóstol Juan dice: “¡Cristo viene en las nubes! Todos lo verán, incluso los que lo traspasaron; y todos los pueblos del mundo harán duelo por él. Sí, amén” (Apoc. 1:7).
Cuando Jesús fue arrestado, lo llevaron ante Caifás, el sumo sacerdote, y este le dijo: “Dinos si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”. Entonces Jesús respondió: “Tú lo has dicho. Y yo les digo también que ustedes van a ver al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo” (Mat. 26:63, 64). Falta cada vez menos para que esta profecía se cumpla y podamos ver a Jesús regresar en las nubes.
Así como Caifás, muchas otras personas (como Pilato o los soldados) fueron “culpables” de la muerte de Jesús. Pero no debemos olvidar que nosotros también somos culpables si rechazamos su sacrificio, si le damos la espalda a Jesús o simplemente desobedecemos su Palabra a pesar de conocer el amor de Dios.
El apóstol Pablo dice que quienes actúan así están “crucificando otra vez al Hijo de Dios” (Heb. 6:6). ¿Quieres formar parte del grupo que “traspasó” a Jesús o deseas ser un habitante de la Nueva Jerusalén? Si el regreso de Jesús es tu esperanza, entonces podrás exclamar ese día:
“Este es nuestro Dios, en él confiamos y él nos salvó. Alegrémonos, gocémonos, él nos ha salvado” (Isa. 26:9).
