Ánimo pronto
Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto. 1 Pedro 5:2.
Cuentan que, en cierta ocasión, caminaba el barón Simon Natanael Rotschild por una calle cuando se le acercó un pordiosero. El pobre hombre se le arrodilló y le contó las muchas necesidades que tenía, cuánta hambre padecía su familia y las pésimas condiciones en las que vivían. El barón, un aristócrata sumamente rico y poderoso, se sintió afectado por aquella descripción y decidió ayudar al pordiosero. Cuando fue a echar mano de su bolsa se dio cuenta de que no llevaba dinero encima. La única cosa de valor era la correa de oro de su reloj. Así que, sin pensarlo demasiado, retiró la correa de su bolsillo y se la entregó al pobre. Este, al contemplar aquel acto, se sintió abrumado y le dijo que no procediera así, que él podía ir otro día a su casa y recibir alguna ayuda pero que aquello no era necesario porque no era tan urgente. El barón, sin embargo, insistió y le dijo: “Sí que es urgente porque en este momento estoy lleno de misericordia y no quiero desaprovechar este sentimiento, quizá más tarde se debilite”.
Pedro recomienda que seamos de ánimo pronto porque, como le sucedía al barón, nuestros buenos deseos tienen tendencia a mitigarse. No nos recomienda que seamos alocados en nuestras decisiones, sino que seamos personas dispuestas, sin pereza de hacer el bien, resueltos en nuestras actitudes. Al igual que Pedro, afirmaba Elena de White: “Tengo palabras de ánimo para ustedes, mis hermanos. Debemos avanzar con fe y esperanza, aguardando grandes cosas de Dios. El enemigo tratará de obstaculizar de todas formas los esfuerzos que hagan para que la verdad avance, pero con la fortaleza del Señor podéis obtener éxito. No pronuncien palabras de desánimo, sino solo las que tiendan a fortalecer y sustentar a sus colaboradores” (La iglesia remanente, p. 126).
Pocas cosas son más sanas en un momento de dificultad que una palabra de ánimo. Recuerdo un momento triste de mi vida cuando las circunstancias eran poco deseadas, y me impresionó un mensaje electrónico en el que unos amigos nos recordaban que nos querían y que nos echaban de menos. ¡Qué saludable! A mí me sirvió de lección para tener ánimo pronto con los demás, para escribir con cariño explícito, para hacer favores con facilidad.
¿No te ha pasado nada parecido? Seguro que sí y seguro que sabes lo bueno que es. Entonces, sigue la mecánica, sé de ánimo pronto y fortalece mucho.