El trabajo en equipo
Y su cariño para con vosotros es aún más abundante, cuando se acuerda de la obediencia de todos vosotros, de cómo lo recibisteis con temor y temblor. 2 Corintios 7:15.
Tito sirvió de puente entre los corintios y Pablo. Aclaró las intenciones de Pablo, y permaneció entre ellos hasta ganar su confianza y cariño. La alegría de Pablo era más por Tito que por el informe. Había regresado con gozo, reflejaba el respeto que le dieron los creyentes corintios. Sé cómo Tito, defensora de la verdad y pacificadora, dispuesta a hacer aclaraciones y ganarse el cariño.
Fuiste llamada al ministerio de la reconciliación. Tito les habló bien de Pablo a los corintios, y a Pablo de ellos. No participó de chismes ni castigó a quienes cometían faltas, sino que ministró a los nuevos creyentes. Cuando rectificaron sus faltas, los motivó a alcanzar nuevos ideales. “Cuando el que ha cometido una falta se da cuenta de su error, cuídense de no destruir su estima propia” (MC, pp. 124, 125). Pablo no sintió celos del liderazgo de Tito en la congregación que él mismo había levantado; ¡estaba feliz con su entusiasmo! El gozo y el éxito de Tito se convirtieron en su propio éxito. A veces se levanta un espíritu competitivo entre los miembros de iglesia, incluso entre ministros religiosos. No subas la escalera del éxito derribando a los demás. “Entre todos los obreros de Dios debe haber un espíritu de unidad y armonía. […] En nuestras diversas vocaciones debe haber una dependencia que nos induzca a ayudarnos el uno al otro” (TM, p. 502).
Pablo, como buen trabajador en equipo, les aseguró a los corintios el afecto de Tito por ellos: “Algunos obreros trabajan con toda la fuerza que Dios les dio, pero no han aprendido todavía que no deben trabajar solos. En vez de aislarse, trabajen en armonía con sus colaboradores. A menos que lo hagan, su actividad obrará inoportunamente y de una manera equivocada. Su obra contrarrestará muchas veces lo que Dios quisiera que se hiciese, y así su trabajo será peor que inútil” (OE, p. 501). También los felicitó por la forma respetuosa en que recibieron a su colaborador: “con temor y temblor”.
“Los corintios lo habían aceptado [a Tito] como a un mensajero enviado por Dios, le habían demostrado su ferviente anhelo por complacerlo, y sentían el santo temor de que por una u otra razón no llegaran a la altura que se esperaba de ellos. La ‘tristeza que es según Dios’ derriba el orgullo humano” (6CBA, p. 882).