Matutina para Jóvenes | Domingo 10 de Diciembre de 2023 | Macerando en esperanza

Matutina para Jóvenes | Domingo 10 de Diciembre de 2023 | Macerando en esperanza

Macerando en esperanza

Por lo cual mi corazón se alegró y se gozó mi lengua, y aun mi carne descansará en esperanza. Hechos 2:26.

La maceración es una técnica antiquísima para ablandar y dar aroma a los alimentos. Consiste, primeramente, en introducir el alimento en un líquido (agua, aceite, leche, etc.) para que tenga una consistencia y sabor más apropiados a lo que se propone conseguir quien va a elaborar la comida. Después, tiempo, para que el alimento se asiente y cambie.

Pedro, en su sermón del Pentecostés, empleó un salmo de David (Sal. 15:9) en el que hablaba de la condición humana y de cómo el ser humano encontraba estabilidad mirando hacia Dios. Esa mirada motiva y vivifica. David decía que, gracias a ella, su corazón se alegró, su lengua se llenó de gozo, y su carne (lo más material del ser humano) pudo habitar en la esperanza descansando. Es una imagen que me recuerda la sensación que se experimenta en una fiesta: alegría, conversaciones muy estimulantes, y cuando todos se marchan, recuerdos. Recuerdos reposados que nos hacen sonreír nuevamente, que nos animan a volver a reunirnos, a desear que la experiencia se repita. Y ponemos a macerar nuestras esperanzas de nuevos encuentros.

El sermón de Pedro aceleró la imagen pública de la iglesia primitiva. Aparentemente, a partir de ese momento no hubo descanso para ningún cristiano. Las presiones políticas y las persecuciones sociales se intensificaron. A pesar de ello, mirar a Jesús los motivó a vivir alegres entre penurias, a hablar con simpatía entre injusticias, a macerar su ser en esperanza mientras todo se hacía tinieblas. Como dice Elena de White: “En las persecuciones más encarnizadas, estos testigos de Jesús conservaron su fe sin mancha […]. Con palabras de fe, paciencia y esperanza, se animaban unos a otros para soportar la privación y la desgracia. La pérdida de todas las bendiciones temporales no pudo obligarlos a renunciar a su fe en Cristo. Las pruebas y la persecución no eran sino peldaños que los acercaban más al descanso y a la recompensa”. (El Cristo triunfante, p. 321). El mismo Pedro, años después de su sermón, diría: “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarchitable, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios, mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo final” (1 Ped. 1:3-5).

Descansar en Cristo eliminará aquellas cosas que te sobran y te dará un sabor muy especial, sabor a eternidad. Ponte en sus manos.

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