La señal de amor
“El Señor mismo les va a dar una señal: la joven está encinta y va a tener un hijo, al que pondrá por nombre Emanuel” (Isaías 7:14).
El profeta Isaías vivió en la época del rey Acaz, entre otros. Acaz recibió de parte de Dios un cheque en blanco. Él temía a los reyes de Asiria, así que más de una vez les envió presentes con tal de ganarse su favor (2 Rey. 16:8).
En ese entorno, Dios le garantizó su compañía y lo invitó a que pidiera una señal para que tuviera la seguridad de su compañía, pero el rey dudó (Isa. 7:10-12). Al profeta no le pareció bien que el rey desaprovechara esa oportunidad. ¡Seguramente era la última! Sin embargo, Isaías dijo que Dios iba a brindarle protección a su pueblo.
Pero el profeta fue más allá, y dijo las palabras del versículo de hoy (vuelve a leerlo). Ese hijo no es más ni menos que Jesús (Mat. 1:23), quien nació más de setecientos años después. Esa señal no se refería solo al desafío que enfrentaba Acaz, sino es la señal que abarca a la humanidad entera. Es la señal que manifiesta el amor e interés del Cielo por nuestra salvación.
De ahí el nombre de Emanuel, que significa “Dios con nosotros” y se refiere a la disposición divina a salvar a cualquier persona que lo reconozca. ¿Estás dispuesto a estar con Dios? Recuerda que todo lo puedes en Cristo que te fortalece (Fil. 4:13) y que nada te puede separar de su amor (Rom. 8:38).
“Dios con nosotros” significa que él nos acompaña desde que lo reconoces y hasta que vuelva por segunda vez.