Blanco como la nieve
«Aunque sus pecados sean como el rojo más vivo, yo los dejaré blancos como la nieve». Isaías 1: 18
En Texas no nieva tan a menudo como en otras partes de Norteamérica. Así que cuando el cielo se puso gris y empezó a nevar, Annie y Beth se pusieron muy contentas. Se quedaron junto a la ventana mirando los grandes copos redondos. La hierba del jardín aún estaba verde, así que resultaba gracioso verla asomándose entre la nieve. Las niñas salieron corriendo para atrapar los copos de nieve con la lengua. Tenían la cara muy fría cuando volvieron a entrar. Querían quedarse a jugar afuera, pero no tenían guantes ni gorros.
Entonces mamá tuvo una idea. Fue al cajón de los calcetines de papá y les dio unos calcetines bien gruesos para que se los pusieran en las manos, casi hasta los codos. Con los calcetines de papá en las manos y las bufandas de mamá cubriéndoles la cabeza, estaban preparadas para cualquier cosa. Al poco tiempo, un muñeco de nieve regordete montaba guardia en su jardín.
Los copos de nieve están formados por cristales de nieve individuales que se han pegado entre sí. Y los cristales de nieve se forman alrededor de pequeños trocitos de polvo que flotan en el aire. Un copo de nieve grande puede estar formado hasta por doscientos cristales de nieve. No hay dos copos de nieve idénticos.
La Biblia dice que Jesús renueva y limpia nuestro corazón cuando le pedimos perdón por las cosas que hacemos mal, él lo deja blanco como la nieve.