Mira a Jesús
«Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre tiene que ser levantado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna». Juan 3:14,15
¿Te parece a veces que a otros les va mejor que a ti, que tu hermano no tiene que fregar tantos platos como tú o que tu maestro se mete contigo? ¿Te quejas de que tus padres no te dan suficiente dinero y de que no tienes el último modelo de zapatillas de deporte?
Los hijos de Israel no paraban de quejarse. Llevaban mucho tiempo vagando por el desierto. Estaban cansados, sedientos y hambrientos. Culpaban a Dios de todos sus problemas. Querían comer algo distinto del maná que Dios les enviaba cada día. Preferían volver a su antigua vida en Egipto, donde eran esclavos. Creían que Dios no cuidaba de ellos. Así que Dios les mostró lo que ocurriría si dejaba de cuidarlos y de mantenerlos a salvo en aquel desierto.
Dios dejó que las serpientes que vivían en el desierto entraran en su campamento. ¡De repente, aparecieron serpientes por todas partes! Picaron a la gente y muchos murieron. Entonces, algunos comprendieron que estaban actuando mal y le pidieron a Dios que los perdonara. Le rogaron a Moisés que orara para que Dios se llevara las serpientes. Pero Dios hizo algo distinto.
Dios le pidió a Moisés que hiciera una serpiente de bronce y la pusiera en un asta. Si una persona era picada, podía mirar a las serpientes del suelo y morir; o, con fe, mirar a la serpiente del asta y vivir. Esta fue una lección de Dios para mostrar que él siempre abre un camino de salvación. Muchos años después, Jesús fue levantado en una cruz por nuestros pecados. Cuando «miramos» a Jesús en la cruz y pedimos perdón por nuestros pecados, él nos salva.