Pasaporte en mano
«Por fe, Abraham, cuando Dios lo llamó, obedeció y salió para ir al lugar que él le iba a dar como herencia. Salió de su tierra sin saber a dónde iba» (Hebreos 11: 8).
SEGÚN UN INFORME PUBLICADO POR LA ONU, EL NÚMERO total de inmigrantes internacionales en todo el mundo durante el año 2020 alcanzó los 272 millones de personas, lo que representa el 3.5% de la población mundial.
¡Imagínate una población mayor que la de Brasil, viviendo lejos de su tierra natal!
La mayoría de los inmigrantes van a Europa y a Norteamérica, sin embargo, hay países en el continente americano que también reciben personas que emigran de sus países natales. Hace algunos milenios, un hombre también salió de su tierra y se fue a un lugar lejano. Pero él no huía de una guerra ni iba en busca de trabajo; él estaba obedeciendo una orden que le había dado Dios. Ponte por un momento en el lugar de Abraham: vives cómodamente en tu casa, con toda tu familia y, de repente, Dios se te aparece y te pide que te vayas a un lugar del que nunca has oído hablar, a cientos de kilómetros de distancia. Detalle: sin automóvil, sin avión y sin internet. ¿Irías?
Abraham lo hizo. Pero ¿por qué? Por la fe que tenía en Dios. Abraham no sabía a dónde estaba yendo, pero tenía fe en Aquel que lo estaba guiando. En la Biblia, en Hebreos 11: 10, leemos que Abraham sabía que, sin importar dónde estuviera, él era un EXTRANJERO en este mundo y su verdadero hogar era la ciudad celestial que tenía a Dios como arquitecto.
¿EN QUÉ CIUDADES DEL MUNDO TE GUSTARÍA VIVIR? Ahora imagina cuánto mejor será la Nueva Jerusalén, que fue construida por Dios mismo.
No importa dónde vivas hoy, tu verdadero hogar no está aquí. Tu hogar está en el cielo, junto a nuestro bondadoso Padre.
¡PREPÁRATE PARA VIVIR Allá!
NO OLVIDES AGITAR EL REPELENTE QUE HICISTE AYER.