Camina con Jesús
“Ustedes, como hijos amados de Dios, procuren imitarlo” Efesios 5:1.
Había un granjero en Inglaterra que tenía muchos gansos. Una primavera, sin embargo, su gansa favorita enfermó y murió antes de haber empollado su nido de huevos. Cuando el granjero descubrió lo ocurrido, los huevos llevaban varias horas sin calentarse. Los recogió en su sombrero y los llevó a la casa, donde hizo un nido en una caja y mantuvo los huevos tibios entre bolsas de agua caliente. Durante cinco días cuidó de los huevos, girándolos de vez en cuando tal como lo habría hecho su madre con el pico.
Por fin, al sexto día, su trabajo se vio recompensado. Nació un pequeño ganso. El granjero veló y esperó, pero los demás huevos no incubaron. Como lo primero que vio el pequeño ganso fue al hombre, dedujo que el granjero era su madre. Cuando creció lo suficiente para abandonar el nido, el ganso lo observaba y lo seguía a todas partes.
Cuando iba a la ciudad, el ganso caminaba detrás de él por las transitadas calles. Cuando el granjero pisaba un charco, el ganso también lo hacía. Cuando araba sus campos, el ganso marchaba junto al arado. Por la noche, el ganso se sentaba en su regazo mientras el granjero leía junto al fuego; y, a veces, le acicalaba el pelo con el pico. Cuando el hombre le hablaba al ganso, este respondía con un chillido de agrado.
Aquel ganso quería tanto al granjero que deseaba estar siempre con él. Hasta quería ser como él.
Lo mismo nos ocurre a nosotros cuando amamos a Jesús. Si le pedimos que viva en nuestro corazón, él nos ayudará a parecernos cada vez más a él. Pídele hoy a Jesús que te ayude a ser como él.
Julie