El Dios que trajo esperanza y verdad
“Sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero” (1 Juan 5:20).
Para los cristianos, la primera Carta de Juan es una fuente imprescindible a la que recurrir para saber cómo es Dios y de qué forma el conocimiento de Dios debe impactar nuestras vidas. Concretamente, en 1 Juan 5:20 vemos tres aspectos de Cristo.
El primero es que vino en carne a este mundo. Para nosotros, este es un evento que cambió la historia de nuestro planeta para siempre. La intervención directa de Dios en nuestro medio dice que el plan de salvación está en acción y, por lo tanto, los seres humanos no hemos sido abandonados a nuestra suerte ni bajo el dominio del peligroso enemigo. Dios en persona vino a encargarse de nuestro rescate, y por eso hoy podemos hablar de esperanza.
El segundo es que Jesús nos ha dado el entendimiento necesario para que, si así lo deseamos, conozcamos al Dios verdadero. La ignorancia acerca del verdadero Dios es una realidad de terribles consecuencias para la humanidad, porque la solución a nuestro más grave problema, que es el pecado, pasa por conocer al Dios que nos salva del pecado y de sus consecuencias. Por eso Jesús dijo que la vida eterna es conocer a Dios y a su Hijo Jesucristo (lee Juan 17:3). Es este conocimiento el que trae aparejados todos los demás beneficios que incluye el plan de salvación. Juan dice que Cristo no solo vino a pagar la deuda del pecado, sino también para capacitar al ser humano otorgándole entendimiento para que pueda discernir entre lo verdadero y lo espurio, entre Dios y Satanás. Desde que Jesús vino a este mundo, las tinieblas de la ignorancia y el error ya no reinan, porque a todo el que él quiere, Cristo lo alumbra con la verdadera sabiduría.
El tercero es que el verdadero Dios es aquel a quien podemos conocer a través de Jesucristo. Una vez que conocemos la verdad y el Camino para llegar a esa verdad, esto, sin duda, nos llevará a la vida. No tenemos que ser engañados por ídolos que intenten ocupar el lugar de Dios en nuestras vidas, porque ya estamos con el verdadero Dios: Jesucristo.
Dice Juan que “sabemos”, es decir, que las personas que hemos nacido de nuevo no tenemos duda de la obra de Cristo, pues hemos sentido su perdón y su amor. La diferencia que esto ha marcado en nuestra vida traerá esperanza a otros también.