De agricultor a presidente
«Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor, que me fortaleció, porque me consideró fiel al ponerme en el ministerio» (1 Timoteo 1: 12).
En 1842 John Nevins Andrews tenía catorce años. Cada noche de miércoles asistía con mucho entusiasmo y alegría a la reunión de oración, donde se estudiaba la Biblia. Eso significaba que debía terminar temprano los trabajos propios de la granja.
Ocasionalmente recibían la visita de un pastor. John se asombraba del conocimiento que esos hombres de Dios tenían de la Biblia. Por eso se propuso obtener tanto conocimiento de la Palabra de Dios como le era posible. De modo que todas las noches, después de terminar su trabajo en la granja se dedicaba a leer la Biblia a la luz de una vela.
Un día llegó la noticia de que una pareja joven, Jaime y Elena, de veintiocho y veintiún años, iban a predicar a un lugar cercano. John pensó que debía ir para enterarse de qué se trataba. Aquel día aprendió la diferencia entre el fanatismo y la verdadera obra del Espíritu Santo. Comprendió que Jaime y Elena usaban la Biblia y la oración para llevar a cabo su ministerio, que convencía a la gente y la inducía a buscar a Jesús como su Salvador. Posteriormente John escribió: «Lector, te insto a que aprecies la Biblia. Contiene toda la voluntad de Dios».
A la edad de treinta y ocho años, John fue elegido por unanimidad presidente de la Asociación General. Y mientras ocupaba esa responsabilidad, fomentó la expansión de la iglesia hacia el oeste del país, y como resultado se introdujo el mensaje en California.
Luego, en 1874, los dirigentes decidieron dar un paso muy importante en el cumplimiento de la misión: establecer una misión en el extranjero. Todos estuvieron de acuerdo en que el teólogo más brillante que tenía la joven iglesia era John N. Andrews. Él aceptó su importante misión. Viajó a Europa, organizó el trabajo de la iglesia y creó una revista en francés para difundir las verdades bíblicas. En cierta ocasión John admitió que podía escribir de memoria la totalidad del Nuevo Testamento. Aprendió siete idiomas.
En 1882 contrajo tuberculosis y falleció el 21 de octubre de 1883. Un biógrafo escribió: «Pocos hombres han realizado tanto en una vida tan corta». Al igual que John, tú también puedes dedicar tu vida al servicio de Dios.