Las ranas y los malos hábitos
“Piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama” Filipenses 4:8.
Como ya sabes, las ranas son diferentes a los niños. Lo sabías, ¿verdad?
Pero puede que no sepas muchas de las cosas que las ranas hacen de forma diferente a los seres humanos. Aquí hay algunas diferencias: saltan en vez de andar, pasan horas y horas de su vida en el agua, y además comen insectos.
Puede ser divertido saltar en vez de andar. Y, seguramente, disfrutas pasando horas nadando y jugando en el agua. Pero no creo que te apetezca mucho comer insectos.
¿Alguna vez sentiste dolor de estómago? No es divertido, ¿verdad? A nadie le gusta estar enfermo. Eso es algo que algunas ranas tienen en común con los seres humanos, porque a ellas tampoco les gusta estar enfermas. Por eso, cuando algunas especies de ranas comen algo venenoso, vomitan su estómago, lo limpian con las patas y se lo vuelven a tragar para poder seguir su camino. ¡Qué desagradable!, ¿no crees? Pero estas ranas saben que es mejor expulsar lo malo, lo antes posible, para no enfermar y morir.
A veces, adquirimos malos hábitos, pero pensamos que nos libraremos “con el tiempo” de ellos. Puede ser comer mucha comida malsana, ver horas y horas la televisión o contestarle a tus padres. Es fácil pensar que dejarás de hacerlo cuando seas mayor, pero los malos hábitos son más difíciles de abandonar cuanto más tiempo llevan en tu vida.
Sé como esta rana. Con la ayuda de Jesús, haz lo que sea necesario para eliminar las cosas que te perjudican. Estoy segura de que te alegrarás de haberlo hecho.
Vicki