Un terreno peligroso —Primera parte—
«Me pondré en contra de cualquier persona que consulte a adivinos y a hechiceros, en vez de consultarme a mí, y los eliminaré de mi pueblo» (Levítico 20: 6, NBV).
En la Adventist Review de Agosto de 1987, James R. Nix nos cuenta la historia de Moisés Hull, un hombre con mucho talento, pero demasiado seguro de sí mismo. Aceptó el mensaje adventista en 1857 y fue ordenado pastor adventista al año siguiente. Hull era un evangelista poderoso y pronto se convirtió en un orador popular y muy solicitado desde el noreste hasta el medio oeste de Estados Unidos. Su capacidad para debatir atraía a grandes multitudes, sobre todo cuando lo retaban a debates que generalmente ganaba. Le encantaba debatir con los espiritistas, y normalmente echaba por tierra sus argumentos señalando la doctrina del estado de los muertos y recurriendo a los fallos lógicos del espiritismo.
Entre estos debates destaca uno con W. F. Jamiesen, un médium espiritista, en Paw Paw, Míchigan. Durante esta fatídica sesión, Hull parecía confundido, hizo algunas concesiones y finalmente perdió el debate. Eso ya era bastante grave, pero Hull decidió ir más lejos, y afirmó: «A partir de hoy soy espiritista».
Aunque reconoció su error y permaneció en el ministerio adventista durante cierto tiempo, nunca fue el mismo. Predicó su último sermón como adventista el 20 de septiembre de 1863, y luego se convirtió en uno de los dirigentes del movimiento espiritista. Dejó a su esposa y se casó con una médium espiritista llamada Mattie E. Sawyer. En 1902, Hull se convirtió en el primer director del Instituto Morris Pratt, una escuela especializada en la formación de médiums espiritistas. Trágicamente, Moisés Hull se suicidó en 1907 en San José, California.
El espiritismo es la creencia en que los espíritus de los muertos pueden comunicarse con los seres vivos en ciertas circunstancias, especialmente gracias a la acción de un médium. De este modo, el espiritismo tiene su fundamento en las palabras de la serpiente a Eva: «No morirán» (Génesis 3: 4). Hoy, miles de años más tarde, millones de personas siguen creyendo esta mentida.
Mañana abordaremos un poco más de este interesante tema, pero ahora reflexionemos en lo siguiente. ¿Existe alguna brecha, aunque sea pequeña, en nuestra vida donde hayamos dado cabida al enemigo? Hoy es un buen momento para cerrarla y abrir nuestro corazón completamente a Jesús.