El rey de la humanidad
«Jesús llamó a sus doce discípulos, y les dio autoridad para expulsar a los espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias» (Mateo 10: 1).
Las veintisiete islas del archipiélago Cocos están en el océano Índico, a mitad de camino entre Australia y Sri Lanka. Una de ellas se usa para reabastecer de combustible a los aviones en los vuelos internacionales.
Rita Snowden nos cuenta en su libro Listen Childen [Escuchen niños] de veintiséis ingleses que se ocupaban de instalar un cable para una estación de radio en estas islas remotas. Rita viajaba a bordo del barco Orión, que era demasiado grande para acercarse a la isla. Debido a eso, los hombres tuvieron que ir en pequeños botes. Traían cartas selladas y un barril con agua. El capitán del barco preparó otro barril con alimentos y revistas para esos hombres que quedarían aislados en estas islas remotas.
«Pero antes de que nos fuéramos, un isleño de elevada estatura —parecía un Robinson Crusoe con una barba oscura y un pañuelo rojo alrededor del cuello— se puso de pie en el botecito y se despidió de nuestro barco. Luego gritó bien fuerte para que todos pudiéramos oír: “Denle mis recuerdo al rey Jorge”».
Nosotros, como el hombre de las islas Cocos, vivimos muy lejos de nuestro Rey, y debemos enviarle nuestro amor y recuerdo cada día. Nuestro Rey espera que le sirvamos tan fielmente como lo hicieron sus doce discípulos y también quiere que hablemos a otros acerca del reino de los cielos.
En el libro de Mateo descubrimos algunas maneras de hablar a otros de las buenas acerca del reino celestial. El mensaje principal del libro es que Jesús es Rey y que él establecerá muy pronto su reino. La palara reino se usa cincuenta y cinco veces, y la frase «reino de los cielos» treinta y dos veces. Mateo tiene veinte parábolas que nos ayudan a entender más acerca del reino y cómo ayudar a que otros sean sus súbditos.
¿De qué formas puedes hablar a otros sobre el reino de los cielos? Siguiendo el ejemplo de Jesús y sus discípulos, que dieron sus vidas por la proclamación del mensaje y transformaron los corazones de toda una generación con el poder del Espíritu. Tú también lo puedes hacer, proclama: «Vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está cerca» (Mateo 4: 17).