Adoro a…
«Pero no miró así a Caín ni a su ofrenda, por lo que Caín se enojó muchísimo y puso muy mala cara» (Génesis 4:5).
SI ALGUIEN TE PREGUNTARA A QUIÉN ADORAS, ¿QUÉ LE responderías? La adoración es una respuesta humana tras reconocer que algo o alguien merece ser venerado. Cuando hablamos de rituales religiosos, encontramos las manifestaciones de adoración más sorprendentes. En Indonesia, por ejemplo, las mujeres de la tribu Dani se amputan las puntas de los dedos por cada familiar fallecido, como forma de satisfacer a los antepasados. En la tribu Yanomami de la selva amazónica, los huesos de los parientes muertos se trituran y se añaden a una sopa que se sirve a toda la tribu. Ellos afirman que este ritual los ayuda a garantizar que los dioses acepten las almas en el paraíso.
Todos estos adoradores, según su fe, actúan en respuesta a lo que consideran que es una orden de sus dioses. Lo interesante es que nosotros, adoradores del Dios vivo, no siempre actuamos conforme a lo que él nos pide. ¡Eso es muy triste! La adoración no debe seguir lo que es mejor para el adorador, sino para aquel que debe ser adorado. Después de todo, no soy yo quien define cómo debe ser la adoración; ¡es Dios!
Caín tomó lo mejor del fruto de la tierra, pero desagradó a Dios, pues no era lo que él había pedido. LO QUE DIOS NOS PIDE NO SIEMPRE TIENE UNA EXPLICACIÓN LÓGICA. Por eso, debemos tener fe y creer que Dios sabe lo que es mejor para cada uno de nosotros.
¿Realmente adoras a Dios? ¿Sigues sus consejos y mandamientos o haces tu propia voluntad? Revisa tus prioridades y obedece a Dios por encima de todo. VERAS LO MARAVILLOSO QUE ES ADORAR A DIOS DE TODO CORAZÓN.