Avaricia y egoísmo
«Porque ya saben ustedes que nuestro Señor Jesucristo, en su bondad, siendo rico se hizo pobre por causa de ustedes, para que por su pobreza ustedes se hicieran ricos» (2 Corintios 8: 9).
La prensa publicó una noticia acerca de un avaro escocés soltero, de setenta y tres años, que no pudo soportar la idea de compartir su riqueza con nadie, de modo que dispuso en su testamento que sepultaran sus doscientos millones de dólares en el mismo ataúd que sus cenizas, después de cremarlo. Y para asegurarse de que su dinero no fuera robado, dejó suficiente en el banco para contratar guardias de seguridad armados que vigilaran su tumba de día y de noche durante veinte años. Dispuesto que se instalara un sistema de alarma en su ataúd de acero para evitar el robo.
¿Qué te parece esta historia? ¿No te parece absurda y triste? ¿De qué le sirvió al escocés acumular tanto dinero si no lo pudo disfrutar ni compartir? ¿Qué ganó con llevarse su fortuna a la tumba si no le sirvió para nada en la eternidad? La Biblia dice en 1 Timoteo 6: 10: «Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe». El dinero en sí mismo no es malo ni bueno. Es un medio para satisfacer nuestras necesidades y las de otros. Lo que es malo es el amor al dinero, la avaricia, la codicia, el egoísmo. Estas actitudes nos alejan de Dios y nos hacen daño a nosotros mismos y a los demás.
Dios nos llama a ser generosos, a compartir lo que tenemos con los necesitados, a ser buenos administradores de los recursos que él nos ha dado. Él nos promete bendecirnos si somos fieles en lo poco o en lo mucho. Él nos dice en Lucas 6: 38: «Den a otros, y Dios les dará a ustedes».
Hoy te invito a reflexionar sobre tu relación con el dinero. ¿Lo ves como un fin o como un medio? ¿Lo usas para tu gloria o para la gloria de Dios? ¿Lo compartes con los demás o lo guardas solo para ti? ¿Estás dispuesto o dispuesta a dar con alegría y gratitud?
El dinero no puede salvarte, solo Jesús puede hacerlo. Él quiere que seas rico en fe, en amor y en buenas obras. ¿Te animas?