Un nombre nuevo
«A los que salgan vencedores […] les daré también una piedra blanca, en la que está escrito un nombre nuevo que nadie conoce sino quien lo recibe» (Apocalipsis 2: 17).
En los tiempos bíblicos, con frecuencia se daba un nombre para designar rasgos del carácter. Luego, si cambiaba el proceder de la persona, se le daba un nombre nuevo. Probablemente a Jacob no le gustaba su nombre. En hebreo tiene referencia a «un talón». A nadie le gusta que lo llamen talón, pero era adecuado para el carácter de Jacob. Siempre estaba dispuesto para hacer caer a otro. Era sutil y engañoso. Pero después de su lucha con el Ángel, recibió un nombre nuevo. No iba a ser más «suplantador», sino Israel: príncipe con Dios.
¡Qué hermoso pensamiento es que nuestro Padre celestial esté dispuesto a adoptar a los hijos de esta tierra y hacerlos parte de su familia celestial! Él se ofrece a cambiar el nombre de cada uno de nosotros. Al vencedor, le promete una piedrecita blanca que lleva un nombre nuevo, que nadie conoce, ya que representa una experiencia única conocida solo por el que la recibe y su Salvador.
¿Qué nombre te gustaría tener? ¿Qué nombre crees que Dios te daría? ¿Qué nombre refleja tu identidad y tu propósito en Cristo? La Biblia nos dice que Dios nos ha dado un nombre nuevo cuando hemos creído en su Hijo Jesús: somos llamados «hijos de Dios» (1 Juan 3: 1), «santos» (Efesios 1: 1, RVC), «ciudadanos del cielo» (Filipenses 3: 20), «coherederos con Cristo» (Romanos 8: 17, RVC), «embajadores de Cristo» (2 Corintios 5: 20), «luz de este mundo» (Mateo 5: 14), «sal de este mundo» (Mateo 5: 13), «amigos» de Dios (Juan 15: 15) y también recibos muchos otros nombres. Estos nombres no son solo títulos vacíos o etiquetas superficiales. Son verdades que definen quiénes somos y qué hacemos en este mundo. Son regalos que Dios nos ha dado por su gracia y que debemos valorar con gratitud y vivir con obediencia.
¡Qué privilegio tan grande es tener un nombre nuevo! ¡Qué responsabilidad tan grande es llevarlo con honor! Ora hoy a Dios para que te ayude a vivir a la altura de llamamiento que te hace en Cristo.