Poder de lo alto
«Todo lo que ustedes, al orar, pidan con fe, lo recibirán» (Mateo 21: 22).
Cierta vez el doctor William Sadler y su esposa, ambos psiquiatras cristianos, procuraban ayudar a una mujer que tenía un problema neurótico persistente y difícil, a pesar de su refinamiento y educación. Sin embargo, la paciente no respondía bien al tratamiento. Finalmente, el doctor Sadler le dijo a su esposa que no esperara ninguna mejoría hasta que la paciente decidiera ordenar su mente. Cuando su esposa le preguntó cuánto tiempo demoraría ese proceso, el doctor Sadler contestó: «Probablemente un año o más». ¿Cómo resolvió el caso? El mismo doctor Sadler dice:
«Imaginen mi sorpresa cuando esta paciente vino a mi oficina unos días después y me dijo que todos sus problemas habían desaparecido. Había hecho todo lo que antes había dicho que nunca podría hacer. Además, me informó que había puesto en práctica todo lo que le había pedido como parte de su proceso de curación. Había realizado cambios en su vida social, familiar y personal, y había realizado numerosas confesiones y rectificaciones mentales y morales que parecían imposibles de lograr. Cuando le pregunté asombrado cómo había podido hacer todo eso y realizar un cambio tan grande en ella misma y en su relación con los demás en menos de una semana, me contestó sonriendo: “Sucede que una amiga me enseñó a orar”».
Esta historia nos muestra el poder de la oración cuando se hace con fe y sinceridad. «Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios» (Lucas 18: 27). La Biblia nos dice que «la oración fervorosa del justo tiene mucho poder» (Santiago 5: 16). Jesús mismo nos enseñó a orar (ver Mateo 6: 9-13), y nos animó a hacerlo con perseverancia y humildad. Él nos prometió: «El Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre» (Juan 15: 16). Piensa por un momento todo lo que puedes lograr al dedicar un momento especial cada día para estar en comunión con Dios a través de la oración.
Elena G. de White escribió: «Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo» (El camino a Cristo, p. 138). ¿No es maravilloso saber que cada vez que elevamos nuestros pensamientos a él, podemos hablar con el Rey del universo? Toma la decisión de conectarte con el poder de lo alto a través de la oración.