Dios te da la salida
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13, RVR 60).
Todos, alguna vez, hemos sentido el deseo de hacer algo que sabemos que no es correcto. Eso se llama tentación. Las hay de todas las formas, colores y tamaños y varían de una persona a otra; pero, sin excepción, a todos nos llegan.
Dios quiere que entendamos de qué manera él está listo para ayudarnos cuando estamos pasando por la tentación. Por eso, en su Palabra se retrata como un Dios que no nos abandona cuando somos tentados sino que, por el contrario, siempre nos provee una salida para que resultemos victoriosos de esa prueba.
Lo primero que debemos entender es que las tentaciones no tienen su origen en Dios. No es él quien nos tienta. La mayoría de las veces es el enemigo, y por mucho que nos duela, tenemos que admitir que suele contar con nuestra complicidad. No serían tentaciones si no sintiéramos un fuerte deseo de caer en ellas. De hecho, en muchos casos, las tentaciones no vienen de fuera sino de dentro, de nosotros mismos. Pero hay una parte en la que Dios entra en acción. Él ha prometido fielmente impedir que la tentación llegue más allá del límite que podemos resistir. Esto no significa que no seremos tentados, sino que Dios intervendrá para que la situación no exceda nuestra capacidad de resistencia. Sería totalmente injusto que alguien fuera probado a un nivel que no pudiera resistir, porque si así ocurriera, tendría una justificación para caer. Pero, por favor, nota bien el hecho de que Dios interviene cuando hemos resistido al máximo. Porque la tentación es humana y, por lo tanto, humanamente se puede resistir hasta cierto punto.
Dios también promete que, cuando la tentación nos alcance, él proveerá una salida. Esto es sencillamente maravilloso y garantiza que podemos triunfar sobre la tentación. Satanás nos tienta para que hagamos cosas malas que nos atraen o que nos gustan, y Dios espera que resistamos. Para ello, 1) no permite que seamos tentados a un nivel insoportable, y 2) nos da una salida. Y como gran aliada nuestra está la oración. Jesús nos aconseja incluir en nuestras oraciones diarias la siguiente petición: “No permitas que cedamos ante la tentación, sino rescátanos del maligno” (Mat. 6:13, NTV).
¡Sí se puede, con la ayuda de Dios!