¡Prepárate para la guerra!
«Las armas que usamos no son las del mundo, sino que son poder de Dios capaz de destruir fortalezas. Y así destruimos las acusaciones y toda altanería que pretenda impedir que se conozca a Dios. Todo pensamiento humano lo sometemos a Cristo, para que lo obedezca a él» (2 Corintios 10: 4-5).
Si has leído sobre la historia de la Segunda Guerra Mundial, es probable que conozcas el nombre de Hershel «Woody» Williams, un infante de marina estadounidense que participó en la batalla de Iwo Jima. En febrero de 1945, Williams y sus compañeros se enfrentaron a las tropas japonesas que defendían esta isla estratégica en el Pacífico. Durante cuatro horas, Williams usó su lanzallamas para destruir varios búnkeres enemigos y abrir paso a sus aliados.
Por su valentía y determinación, fue condecorado con la Medalla de Honor, la más alta distinción militar de su país. Williams fue testigo de uno de los momentos más emblemáticos de la guerra: el izado de la bandera estadounidense en el monte Suribachi, que simbolizó la victoria en Iwo Jima. Sin embargo, también vio morir a muchos de sus amigos y sufrió las secuelas físicas y emocionales del combate. A pesar de todo, nunca perdió su fe en Dios ni su sentido del deber.
Tú y yo también estamos involucrados en una gran batalla. Pablo nos dice: «Porque no estamos luchando contra poderes humanos, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre el mundo de tinieblas que nos rodea» (Efesios 6: 12). En esta batalla decisiva necesitamos contar con la más poderosa de las armas: la Palabra de Dios que «es más cortante que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreos 4: 12).
Debes conocer bien tu arma y utilizarla de forma efectiva. Para ello, es necesario orar, estudiar cuidadosamente la Biblia y contar con la ayuda del Espíritu Santo. Solo así podrás resistir los engaños y las tentaciones del enemigo y salir victorioso en el nombre de Jesús.