Llama encendida
«Sálvame, Dios mío, porque estoy a punto de ahogarme» (Salmo 69:1)
¿Sabes cómo pasar de un plato a un vaso sin utilizar las manos?
Para ello, necesitas un plato hondo, agua, un vaso de vidrio y una vela mucho más pequeña que el vaso. Enciende la vela y déjala fija en el centro del plato. A continuación, vierte agua en el plato hasta que cubra el fondo del plato. Dale la vuelta al vaso (boca abajo) y bájalo con cuidado sobre la vela hasta que este toque el fondo del plato. Observarás que la vela se apaga y que el agua que estaba fuera del vaso empieza a ser rápidamente aspirada por él. ¿Por qué ocurre esto? Porque cuando tapamos la vela, la llama consume el oxígeno del espacio, haciendo que se apague. Como consecuencia, el aire se enfría y la presión en el vaso disminuye, succionando el agua hacia su interior
EL CAPÍTULO 69 DE SALMOS FUE escrito por David cuando se encontraba en una situación de crisis insoportable. ¿Te has sentido así alguna vez? En el versículo 5, el salmista revela que ha sido necio y que Dios conoce sus pecados. A menudo, nos vemos envueltos en situaciones difíciles por culpa de nuestra propia necedad. Cuando nos alejamos de Dios, la llama que alimentaba nuestra fe puede apagarse lentamente. Y, como ocurre en el experimento, tenemos la sensación de que las aguas entrarán y nos ahogarán.
Sin embargo, la buena noticia es que, aun estando lejos, podemos clamar a Dios como hizo David. ¿Quieres saber lo que ocurrió después de que David orara? Dios respondió a la súplica de su hijo afligido. El salmo termina con una alabanza a Dios precisamente porque él siempre escucha el clamor de sus hijos y no desprecia al que se siente agobiado. ¿Se está apagando la llama de tu fe? ¡Esto es muy peligroso! Pídele a Dios que la fortalezca y que te libre de las aguas. Con toda seguridad, ¡él te socorrerá!