El poder de un cuadro
«No pondré jamás la mira en propósitos perversos. Odio a quienes son desleales a Dios; ¡jamás permitiré que se me acerquen!» (Salmo 101: 3).
Una madre, que había perdido a su esposo en el mar, estaba decidida a que ninguno de sus tres hijos siguiera los pasos de su difunto padre como marinero. Hizo todo lo posible para orientarlos hacia vocaciones que los mantuvieran en tierra firme. Sin embargo, al alcanzar la mayoría de edad, uno tras otro abandonó el hogar y se embarcó en el mar.
Un día, después de que se había ido el hijo menor, la madre se encontraba en la habitación que alguna vez perteneció a sus hijos. Miraba tristemente a su alrededor, preguntándose cómo habían terminado las cosas de esa manera. De repente, sus ojos se posaron en algo en la habitación que respondía a su interrogante. En la pared, en un lugar bien visible para los muchachos cuando se acostaban y se levantaban, había un cuadro de un magnífico velero navegando por un mar espumoso, con todas sus velas desplegadas. La madre se convenció de que esa era la influencia que había eclipsado todos sus esfuerzos.
Los chinos tienen un proverbio que dice: «Una imagen vale más que mil palabras». Los educadores afirman que las ilustraciones visuales enriquecen el proceso de aprendizaje. Por esta razón, cada vez más se utilizan pantallas inteligentes en las escuelas y colegios.
Sin embargo, todo esto debe ponernos en guardia. Existen ilustraciones vulgares y perjudiciales que pueden generar impresiones negativas en las mentes jóvenes. Muchos delincuentes han sido influenciados por imágenes violentas, inmorales o distorsionadas del carácter, provenientes de la televisión, el internet, las revistas y otros medios de comunicación. Estas influencias dañinas también han debilitado el interés por la Biblia, por Dios y por la vida eterna en muchos jóvenes y señoritas adventistas. Su sensibilidad espiritual queda adormecida en mayor o menor medida, dejándolos expuestos a las sutiles tentaciones ideadas por Satanás para alejarlos de Jesús, su Salvador.
¿Qué tipo de influencias estás permitiendo que entren en tu mente y en tu corazón? No te conformes con lo que el mundo te ofrece, renuévate y transfórmate en este día por medio de la Palabra de Dios (ver Romanos 12: 2; Efesios 4: 23).