¿Será amor de verdad?
“Es casi ley: los ‘amores eternos’ son los más breves”. Mario Benedetti
Una joven le dijo a su pastor:
—¡¡¡Estoy enamorada!!!
Calmadamente, él le preguntó:
—¿Cómo lo sabes?
—Porque desde que conozco a ese joven, me late el corazón a mil, la frente me transpira y me sudan las manos —respondió ella.
—Eso no es amor —sentenció él—. Eso es gripe.164
¿Cómo saber si es amor de verdad? La Dra. Lisa Firestone165 afirma que la mejor forma de entender el amor es concebirlo como un verbo: amar requiere actitudes y acciones que vayan en consonancia con ese hermoso sentimiento; de lo contrario, se trata apenas de una fantasía. ¿Y qué actitudes y acciones concuerdan con el verbo amar? Para empezar, las siguientes:
Sinceridad. Cuando uno siente que está enamorado, tiende a dar la mejor imagen de sí mismo, y eso no tiene por qué ser malo siempre y cuando sea cierto que efectivamente somos lo que aparentamos ser. Engañar en el noviazgo respecto a lo que una es no sirve de nada y, definitivamente no es amor. Tal vez logremos una boda de ensueño, pero el despertar será duro. En el amor de verdad, uno se muestra tal como es.
Respeto. El otro es una persona diferente de mí, y por lo tanto con derecho a tener sus prioridades, su espacio y su individualidad. A veces las mujeres tienden a controlar al otro o a decirle qué hacer y cómo hacerlo; eso no es amor, eso es posesividad. Y, por cierto, una falta de respeto.
Comprensión. La pareja es cosa de dos, no de uno. Es fácil quedarse atascada en el propio punto de vista sin lograr ver las situaciones desde la perspectiva del otro. Esto no es amor, esto es egoísmo. El verdadero amor “no es egoísta” (1 Cor. 13:5).
Hay amores que nos parecen eternos pero que son, en realidad, estrellas fugaces. Y hay una clase de amor que jamás dejará de existir. Es el amor que no solo considera los sentimientos, sino que, sobre todo, tiene en cuenta la fe; que no es solo cuestión de emoción, sino de entrega; que no va de satisfacción propia, sino de compromiso mutuo; que no busca la felicidad, sino la santidad; cuyo referente no es Hollywood, sino las Escrituras. “El verdadero amor ennoblece la personalidad, fortalece el corazón y santifica la existencia” (Henri-Frédéric Amiel).
“El amor jamás dejará de existir” (1 Cor. 13:8).
164 Jeffrey y Pattiejean Brown, Las estaciones del amor (Doral, Florida: IADPA, 2015), p. 20.
165 https://www.psychalive.org/true-love/ [consultado en enero de 2019].