Los que tienen hambre y sed
“Dios bendice a los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” (Mat. 5:6, NTV).
Aunque he tenido sed varias veces, tengo que agradecer porque no recuerdo haber pasado nunca hambre. Quizás no es tu situación y has experimentado estas dos sensaciones. Ambas son respuestas a una necesidad básica y, cuando no son satisfechas, el cuerpo puede hacernos sentir cierta desesperación, además de dolor y otros síntomas.
Pero ¿alguna vez te preguntaste si has ansiado tanto que se haga justicia como has deseado el alimento o el agua?
Quizá no tienes una personalidad muy “justiciera”, pero alcanza con remitirnos a la historia de nuestros países para saber que hubo personas que estuvieron dispuestas a dar su vida para que se hiciera justicia por alguna causa.
Por otro lado, en muchos países hay personas que mueren de hambre y sed justamente porque en sus gobiernos hay mucha corrupción o porque, como humanidad egoísta, no colaboramos para que haya igualdad de condiciones para todos.
El concepto de justicia no es tan fácil de definir, o por lo menos tiene varias aristas que pueden ser muy subjetivas.
Sin embargo, en la Biblia vemos que la justicia se personifica en Cristo y que todo el que lo recibe a él, recibe también la justicia en respuesta a sus necesidades.
“El corazón que ha probado el amor de Cristo una vez, clama incesantemente por una dosis más intensa, y, mientras lo impartas, lo recibirás en medida más rica y copiosa. Cada revelación de Dios al alma incrementa la capacidad para saber y para amar” (El discurso maestro de Jesucristo, p. 24).
¿Qué injusticias ves a tu alrededor hoy?
Dios quiere darnos mucho más de lo que pedimos. Quiere que, así como en él habita toda la plenitud, podamos nosotros estar completos y recibir más para dar más también.
¿Cómo puedes mostrar una necesidad más desesperada que te haga buscar a Dios más fervientemente?
Pídele a Dios que te abra los ojos para ver la necesidad, interceder de forma específica en oración y actuar una vez que él te sacie.
Y si aún no los tienes, pídele hambre y sed.